martes, 28 de abril de 2020

Pulcritud




Visto lo visto y vivido lo vivido, lo que intentaré poner en práctica y le pediré también a cualquiera que tenga algún contacto conmigo, sea del tipo que sea, es pulcritud. Me parece que debería ser el valor más importante en el futuro próximo y en el lejano. 

El Diccionario define a una persona pulcra como aquella que es aseada, delicada y esmerada en la conducta y el habla. Es decir, que considero importante y necesario un intenso cuidado en la higiene personal y colectiva, con especial interés en toses, esputos y estornudos, en el mantenimiento de la distancia social, en el uso de mascarillas y, sobre todo, de guantes, en el estilo de trato que tengamos entre nosotros, buscando más la amabilidad que el distanciamiento arisco, la empatía y la comprensión más que las manifestaciones de odio y los entorpecimientos mezquinos, en el cumplimiento estricto de las normas que incrementen el bien común, en el fomento de lo que nos une y no de lo que nos separa, en la necesaria crítica constructiva y en la omisión de palabras hirientes, ofensivas o dañinas. 

Mucho de lo que nos pasa posiblemente venga de la falta de pulcritud.

Josiah Willard Gibbs. Hombres y Mujeres de Ciencia. El Calendario de Bautista. 28/ 4/ 2020




 

Tal día como hoy de 1903 murió Josiah Willard Gibbs



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Josiah Willard Gibbs -from MMS-.jpg

lunes, 27 de abril de 2020

Wallace Carothers. Hombres y Mujeres de Ciencia. El Calendario de Bautista. 27/ 4/ 2020




 

Tal día como hoy de 1896 nació Wallace Carothers



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Wallace Carothers, in the lab.jpg

Los lunes, músicas nuevas. A.L.M.A.

A.L.M.A son asturianos, de Gijón. Colaboran músicos de distintos grupos. Es música experimental, "art noise", vanguardia, electrónica, poesía, apocalipsis, el maquis como metáfora, y en directo el teatro de la crueldad de Artaud. El vídeo es obra de un importante poeta y cineasta gijonés, Ramón Lluís Bande.

sábado, 25 de abril de 2020

jueves, 23 de abril de 2020

Sobre "Como tú y como yo", de Berta Carmona



Hace unos días, mi amigo de Facebook Manuel Casal me envió unas preciosas palabras sobre mi libro “Como tú y como yo”, que había leído recientemente. Admiro mucho a Manuel por sus publicaciones comprometidas y el amor por el pensamiento crítico y la cultura, así que contar con una opinión tan favorable por su parte me hizo muy muy feliz. Os la dejo aquí abajo y, si alguien tuviera interés en leer los relatos en formato digital, no tiene más que enviarme por privado su correo y se lo haré llegar como mi regalo en este Día del Libro. Graciaaaas siempre, cuidaos mucho y que no nos falten buenas lecturas con las que aprender, disfrutar y, cómo no, refugiarnos cuando lo feo aprieta.
Manuel Casal: «Creo que el tuyo podría considerarse simbólicamente como un peculiar libro de viajes, porque se puede viajar en avión, en autobús, a pie o en metro. Desde un avión se podría relatar cómo es el mundo visto desde arriba, sin perfiles personales, pero con una descripción de los paisajes desde una perspectiva tan amplia que no habría otra opción que la de hablar de lo general. El viaje en autobús permitiría mostrar el aspecto de las personas por las calles, sus atuendos, algunas de sus ocupaciones y, también, ciertas lacras que genera la sociedad y que expone sin reparos. Si fuéramos a pie, podríamos ver de cerca a las personas, observar sus gestos, incluso oír sus conversaciones y hablar con ellas. El viaje en metro simbolizaría el adentrarse en lo profundo de la ciudad, de las personas, de la vida. En este sentido tu libro me parece el resultado de un viaje que se inicia a pie, pero que en seguida penetra en el interior de los personajes, en lo profundo de su existencia, y desde allí tú relatas lo que encuentras.
»Y lo que encuentras no me parece que sean personajes aparentemente espectaculares, singulares por sus grandes andanzas por el mundo, sino personas cercanas, habitantes de la vida común. Cualquiera de nosotros podría verse reflejado en alguno de los relatos, porque sus protagonistas son -ya lo dice el título- como tú y como yo. Podríamos verlos por la calle, hablar con ellos e, incluso, compartir un tiempo, pero seguramente los podremos conocer mejor si leemos el libro.
»A mí me gusta mucho lo que dice Ricardo Piglia, en su Teoría de la prosa -también lo ha dicho en otros artículos-, sobre la distinción entre enigma, misterio y secreto, aplicado a las novelas cortas. En el mismo libro cita también otro interesante, el de Truffaut, El cine según Hitchcock, en el que este distingue entre suspense y sorpresa. El suspense lo entiende como que si el espectador -o el lector- supiera que detrás de una puerta hay un asesino, pero no supiera cuándo va a asesinar a la víctima. La sorpresa aparece cuando nadie sabe si hay un asesino o si la víctima va a morir. Creo que tu libro huele a sorpresa desde el primer relato hasta el último. La estupenda descripción que haces de los personajes y de la situaciones tiene, además, un aire poético que lo hace muy atractivo. Los finales de los relatos están, en mi opinión, muy logrados y son un buen colofón al proceso de comprensión del personaje que vive el lector.
»No hay duda de que los relatos muestran una gran sensibilidad por tu parte para indagar en el interior de cada personaje. Algunos muestran una resiliencia que servirá de ejemplo a más de un lector. Y algo que me ha llamado muy gratamente la atención es que en general todos los relatos, pero especialmente algunos de ellos, son variaciones en torno a una idea de amor con la que estoy muy de acuerdo, pero que me da la impresión de que cada vez a más personas le puede resultar extraña. Es ese amor que no es otra cosa que generosidad, que pone a la persona amada como más importante que la que ama, que habla de desprendimiento, de entrega a fondo perdido, de donación sin pedir nada a cambio. Ese amor que se puede aplicar a las cosas, a los animales, a las personas, que nos humaniza porque nos hermana, que dota del mejor contenido posible al “Te quiero” y que no lo confunde con el “Te deseo” o “Te necesito”. Es un amor que el mundo neoliberal intenta tapar con golosinas atractivas que nos van alejando poco a poco de un sentido humano de la vida. Hablar de ese amor me parece de un valor enorme y supongo que quien lo lea con un grado de sensibilidad similar al que muestra quien lo escribe sabrá captarlo bien.
»Bueno, no sé si después de esto que te digo, te habrá quedado claro que me ha gustado tu libro, bien escrito, bien contado, con un mensaje constructivo y espero que bien leído.
Más info sobre este libro, aquí: https://www.bertacarmona.es/producto/como-tu-y-como-yo/.
BERTACARMONA.ES
«Como tú y como yo» está compuesto por trece relatos cortos protagonizados por personajes corrientes, como tú y como yo, que aman, sueñan, se equivocan, reciben numerosos embates, llevan la marca del fracaso en sus ojos, pero siempre resurgen aprendiendo, con honor y valentía, de sus derrotas...

El balcón





Salió al balcón. Desde allí podía ver el patio y los cinco pisos de la casa donde vivía, el muro que la separaba de las casas contiguas y las partes altas de algunas otras lejanas. Se situó en la esquina. Puso una mano en cada lado del ángulo de la barandilla. Miró al frente, llenó de aire sus pulmones y le gritó al mundo:

—¡¡¡¡Me abuuurrrooooooooo!!!!

Yo me he aburrido pocas veces, pero la comprendí. En una situación tan anormal como esta creo que es mejor intentar comprender a todo el mundo: lo necesitan y no ganamos nada discutiendo en medio del cansancio.

La desocupación y el abuso de la televisión pueden producir hastío y aburrimiento. Por eso procuro estar ocupado, la televisión la pongo para echar una cabezada en la siesta, con lo cual me entero de poco, y he seleccionado algunos libros para sumergirme en ellos. Os dejo aquí unas páginas, que me parecen deliciosas y que nos pueden hacer huir del aburrimiento. Son de “Cien años de soledad”, de García Márquez. Estoy releyendo este libro. Nada más abrirlo, me quedé helado. En la segunda página pone que lo compré en 1974. Somos tiempo, y esto no son solo palabras. Somos minutos, días, horas, años que tenemos que llenar de vida, solo de vida, nada más que de vida. Y hay veces en las que sentimos a flor de piel que los muchos años duran un instante y que los instantes que pasan no se recuperan.

En cierto modo me gustaría ser como este libro que leo ahora. Tiene la portada un poquito rota por los lomos y no tiene el aspecto de que acabe de salir de la imprenta, pero se mantiene bien. Por dentro las páginas han adquirido ese agradable y sereno color amarillento, quizá levemente marrón, que parecen mostrar su edad, y ese olor a sosiego, a experiencia tranquila, a paz. Esas páginas, después de tantos años, aún pueden leerse, todavía sirven para lo que las hicieron, mantienen su mensaje, su utilidad, su capacidad para hacer pensar, para generar sueños y para transportarnos a mundos distintos al nuestro.

Siempre me gustó hablar con ancianos. Disfrutaba tirándoles de la lengua para que contaran sus historias, su visión de las cosas, sus convicciones o sus miedos. Me hacían pensar y muchas veces he lamentado no haber tomado notas de lo que oía. El papel escrito permite un ritmo más personal que las palabras oídas. Estas te imponen su propia cadencia y, por otra parte, suelen caer en el olvido o en la pérdida de matices. En cambio, el papel se mantiene y nos deja entrar en contacto con él a nuestro aire, nos deja ser sin obligarnos a nada y regalándonos siempre algo. Por eso siempre leo y agradezco a la vez lo que la lectura me da. Soy lo que he leído y lo que me queda por leer.

Me gustaría que quien gritó lo que le ocurría desde el balcón, en medio de su soledad, leyera esto, por si le ayudaba, pero me temo que no va a ser así.