Los laicos araboberéber musulmanes o no, hombres y mujeres, vivimos el terror integrista en nuestras propias carnes durante muchos años. Y lo seguimos sufriendo. Alertamos a los occidentales del peligro cuando desde los servicios sociales en Francia, en el Reino Unido, en España o en Alemania, se les concedía asilo, se les daba cobijo y hasta palmadas en la espalda a los terroristas. Les rogamos que no lo hicieran. Que lo sopesaran. Lo explicamos, lo argumentamos, lo demostramos y lo suplicamos hasta la saciedad. Pero no se nos escuchó. No se nos tomó en serio. Se nos tachó de intolerantes. Todos nuestros intentos fueron en vano. Quedaron en agua de borrajas. Wassyla Tamzali, Nawal Saadaoui, Amin Zaoui, Kamel Daoud, Fátima Mernissi, Amin Maalouf y otros muchos más, lo denunciaron a través de sus novelas y comunicados. Se revelaron. Se indignaron. No entendieron la postura occidental de la izquierda progresista. Las y los demás seguimos pensando igual. No remamos en la misma dirección. No nos ponemos de acuerdo frente al terror. El terror no tiene nacionalidad, ni religión ni identidad. No cabe en las mentes demócratas y tolerantes. Pero nunca es tarde si la dicha es buena. Aún estamos a tiempo para reaccionar. Todavía se les puede plantar cara a los criminales. Todos juntos,implacables, con firmeza y con mano dura podemos acabar con esta barbarie. En homenaje a las víctimas de Barcelona, comparto un extracto de la carta que escribió el joven novelista argelino Karim Akouche después del ataque terrorista de Niza el año pasado. “Prepara tu maleta. Compra un billete. Cambia de país. Deja de estar esquizofrénico. No te arrepentirás. Aquí, no estás en paz con tu alma. Occidente no es para ti. Sus valores te atacan. No podrás parar la mezcolanza. Aquí, las mujeres son libres. No deben ocultar su pelo. Llevan faldas. Cogen el metro, corren por los parques. Beben whisky. Aquí, no cortamos la mano al ladrón. No lapidamos a las mujeres adúlteras. Se prohíbe la poligamia, es la justicia la que tiene la última palabra. Es la democracia la que manda. Son los ciudadanos los que votan las leyes. El estado es un barco que conduce al pueblo. No es Alá quien tiene el timón.
Oras mucho. Te golpeas la cabeza contra la alfombra. ¿Qué es este punto negro que tienes en la frente? La piedad te empuja al fanatismo. El cabello te comió la barbilla. Frecuentas a menudo la mezquita. Lees libros peligrosos. Ves vídeos sospechosos. Hay demasiada violencia en tus ojos. Hay demasiada amargura en tus palabras. Tu corazón es una piedra. No puedes sentir los hechos por haberte lavado el cerebro. Tu cara está fría. Tus mandíbulas agudas. Tus brazos dispuestos a atacar. Cálmate. La violencia no resuelve los problemas”. K.A