Señora Aguirre:
Usted dice que se va, pero a mí no se
me puede olvidar lo que ha hecho en estos años con la educación.
Déjese de crisis. Usted lo que ha pretendido siempre es
desprestigiar la enseñanza pública y privatizarla, para que sus
amigos, los ricos y los poderosos, hagan negocio con la educación y,
de paso, privilegien a los suyos y condenen a la ignorancia a los
demás.
Tampoco se me olvida, dentro de la
educación, cómo ha tratado a los profesores, cómo los ha
infravalorado, cómo los ha insultado, cómo les ha privado de
puestos de trabajo para darle algunos de ellos a extranjeros
angloparlantes. Gestionando la educación parecía usted una cateta
palurda pilotando un transatlántico.
Tampoco se me olvida cómo ha querido
destrozar también la sanidad, maltratando a los trabajadores y a los
enfermos y colándose en las listas de espera cuando lo ha necesitado. También ha visto usted ahí un terreno para que los
derechos se conviertan en foco de ganancias para los suyos.
Usted ha querido privatizarlo todo.
Cree usted que lo que es de todos no tiene sólo que gestionarlo,
sino incluso entregárselo a quien usted quiera. Si tanto le gusta lo
privado, debería haberse quedado usted en ese ámbito.
Usted ha usado siempre en sus
declaraciones un desagradable tono chulesco, populista y absolutista,
como si fuera evidente que usted poseía toda la verdad sobre todo.
Qué molesto ha sido escucharla la mayor parte de las veces, porque
usted se ha comportado en público como una castiza trasnochada a la
que se le notaba siempre su ambición de poder.
No se me van de la memoria tampoco sus
luchas por el poder, no por el servicio a los ciudadanos que le hemos
pagado su actuación, ni su reconocimiento final -que era evidente,
por otra parte- de que no se consideraba una profesional de la
política. Ni olvido el trato a los sindicatos ni el tono con que
hablaba de los recortes que encontraba por los rincones, ni el maltrato informativo con Telemadrid.
Señora Aguirre: no he encontrado nunca
en usted un modelo humano a seguir, sino, más bien, todo lo
contrario. Ha sido usted muy molesta a lo largo de todos estos años
y, aunque después de usted sigue lamentablemente el PP, me alegro
bastante de que usted nos abandone. Antes lo debería haber hecho.