El afán del antiguo es el de hacer confortable el interior de su jaula invisible.
El interés del moderno es salir de ella y respirar el aire fresco y nuevo.
El problema fundamental de la vida es un problema ético. ¿Cómo actuar hoy para crear un mundo más humano? ¿Cómo actuar de manera humana para crear un mundo mejor?
En la siempre interesante sección de Manuel Rodríguez Rivero, Sillón de orejas, en el suplemento Babelia del diario El País del sábado 9 de enero, leo que en su visita a las librerías parisinas La Hune y L'écume des pages ha detectado la sorprendente reedición de dos clásicos manuales de adoctrinamiento comunista, como son El marxismo, de Henri Lefebvre, y Principios elementales de filosofía, de Georges Politzer. Nunca congenié con estos libros cuando los leí hace tiempo. Me parecía que estropeaban el marxismo. No deja de ser sorprendente, desde luego, que los reediten ahora.
Me llama también la atención una cita de Hemingway, para quien una de las herramientas esenciales de un buen escritor debe ser un “detector de mierda”. Con todo lo que hay que detectar en estos tiempos, sería un instrumento utilísimo.
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Comer no es darse un atracón hasta hartarse.
Comer no es sólo obtener placer.
Comer no es engullir sólo lo que a uno le gusta.
Comer no es ingerir siempre lo mismo.
Comer no es seguir los dictados de la propaganda.
Comer no es comer sin saber nada de lo que se está comiendo.
Comer no es zamparse lo más caro ni lo más barato.
Comer no es sólo quitar el hambre.
Comer no es cosa que se haga a toda velocidad.
Comer no es renunciar prejuiciosamente a un montón de alimentos.
Comer no es hacerle daño a la naturaleza actual ni a la futura.
Comer no es cocinar de cualquier manera.
Comer no es sólo comer.
Comer es darle al cuerpo el alimento variado y completo que necesita para que funcione bien, para que esté sano y para que no genere efectos secundarios desagradables.
Comer es tomar un poco de todo, prescindiendo sólo de lo nocivo o de lo que siente mal.
Comer es cocinar de manera eficaz para no estropear la materia prima y para extraerle todo el gozo que esconde lo que se come.
Comer es masticar suficientemente el bocado, para que el estómago no tenga que hacer con la química lo que los dientes no hicieron con la mecánica.
Comer es disfrutar con la comida y con el acto social de comer.
Comer es ser cuidadoso con lo que se come.
Comer es un acto necesario y racional encaminado a vivir bien. Y a vivir más.
Comer es ser más humano.
Hay que saber comer.
Hay que aprender a comer.
Estas cosas son las que encuentro en el espléndido blog Come en casa que con tanto acierto mantiene desde hace justamente dos años Charo Barrios, gran persona y, afortunadamente, amiga.
El viejo Platón decía que nuestra alma tenía tres partes o que ejercía tres funciones, la concupiscible, o sea, la de los deseos, la irascible, que es la de los sentimientos, y la racional. Según él, la que debía dominar todo era el alma racional, porque somos realmente seres racionales y debemos actuar como tales.
Tengo la impresión de que entre todos estamos educando a la gente para que la parte del alma que domine no sea la racional, sino la concupiscible. Cuando digo “todos” me refiero a padres, profesores, ciertos políticos, publicidad, televisión y seguramente alguien más. Si vas a cualquier sitio y te pones a observar lo que hace la gente, verás que casi todo el mundo hace lo que le da la gana, sin pararse a pensar en las consecuencias, en si hace daño o no, o si va haciendo el idiota por la vida.
En el mundo postmoderno de hoy priman los derechos sobre los deberes. El que es incapaz de hacer lo que debe y sólo puede hacer lo que le apetece es un blandengue, una rémora, un inútil. Y esto se va llenando de inútiles.
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