El neoliberalismo nos dice que la
prosperidad y el bienestar son asuntos individuales y que cada
ciudadano debe ingeniárselas para encontrar en su vida las mejores
condiciones posibles. No caben planteamientos colectivos, sociales,
porque -dicen los neoliberales- la economía los echa abajo. Lo que
hay que hacer es asumir un individualismo eficaz. La prosperidad
general será, si se consigue, la suma de las prosperidades
individuales. Hay que adelgazar, en todo caso, el Estado, reducir los
impuestos y promover las iniciativas individuales. Y que cada cual
espabile. Este es el trasfondo económico e ideológico de los partidos de centro, derecha o
ultraderecha -según convenga autocalificarse en cada momento- con
los que convivimos.
Me resulta muy curioso cómo este
neoliberalismo fomenta el individualismo, aísla al ciudadano de
todos los demás y lo embarca a su suerte, sea rico o pobre, en el
camino de encontrar su bienestar. Y, sin embargo, hay momentos, como
los de las elecciones, en los que procura que el individuo se olvide
de que está aislado y quiere que se una a los demás para aplaudir y
votar en masa un proyecto común -o, sea, para todos- que le promete
una sociedad mejor y un mundo más confortable. No acabo de entender
estas maniobras de aislamiento y posterior unión, para luego, en
cuanto acaban las elecciones, volver a ese aislamiento que defienden
como el estado propio del ciudadano. No sé si es manejo,
embaucamiento, mentira, utilización, una farsa o un método de
explotación de los ciudadanos para satisfacer los intereses ocultos
de los dirigentes neoliberales.
Buenas noches.
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