"Desde tiempos remotos, los poderosos utilizan técnicas de distracción para captar la atención y ocultar lo que realmente está pasando. En la Grecia antigua, su precursor fue Alcibíades, sobrino de Pericles y discípulo de Sócrates. Líder joven, consentido y muy inteligente, se convirtió en el ídolo de los atenienses. Cierta vez y sin motivo aparente, mandó cortar la cola a un valioso perro de caza que había comprado por una fortuna. Toda la ciudad se lanzó a conjeturar, opinar, condenar, indignarse. Alcibíades, tranquilo y risueño, confió a un amigo que, mientras los atenienses se preocupaban por el rabo de su perro, no se fijaban en su mal gobierno".
Recuerdo que me quedé PerPlejo, PPasmado, diría yo, al contemplar como estos vicios infames y llenos de PPodredumbre son tan antiguos. Se ve que también a Sócrates se le colaban en clase PPájaros de mucho cuidado y PPoco escruPPulosos con los PPerros, con tal de salirse con la suya.
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