domingo, 10 de abril de 2016

Buenas noches. Vulgar / y 2



No hay ninguna relación entre la vulgaridad y la posición social. Hay vulgares ricos y pobres, que mandan y que son mandados, famosos y desconocidos. 

Hay personas vulgares que hablan en voz alta o que ríen estentóreamente en los lugares públicos. Una vez coincidí con el ministro Montoro en un restaurante y eran tales las risotadas que emitía que era imposible entenderse en mi mesa, que estaba en la otra punta del salón. Es vulgar comer en los transportes públicos, sobre todo si lo que comes tiene un olor penetrante o viene en ruidosas bolsas de papel metalizado. Es vulgar hacer ruidos al comer. Todas estas son actividades que pueden molestar a los demás, como lo es circular en bicicleta por las aceras y hacerlo a la velocidad que se le antoje al ciclista. Si esta fuera la intención de todas las personas, sería imposible andar por unas aceras caóticas e inseguras. Es vulgar acumular riquezas explotando a otros seres humanos o evadiendo capitales o no pagando impuestos o, simplemente, robando, porque todo eso va en contra del bien común y porque si lo intentáramos todos, el mundo sería una invivible guerra de todos contra todos. No me parece vulgar ir correctamente vestidos, pero sí me lo parece hacerlo con modelos tan exclusivos y tan caros que no sea posible que accedan a ellos la mayoría de las personas.

Como creo que la sensibilidad y el sentido de lo humano se están convirtiendo cada vez más en rarezas sociales, me parece que la vulgaridad va en aumento. Así, la ciudad se va convirtiendo a gran velocidad en una especie de selva, los seres humanos, sin que nosotros mismos lo advirtamos, nos vamos embruteciendo y la vida se va convirtiendo poco a poco en una vulgar estancia de una cada vez más insoportable sociedad vulgar.

Buenas noches.

Un trabajo bien hecho




En un principio existía en España el bipartidismo. Luego, se creó la idea de que los dos partidos que existían eran lo mismo y que había que acabar con el bipartidismo. Se dijo que lo que había era viejo y que había que dar entrada a lo nuevo, dando por descontado que lo nuevo era ya bueno. Ingenuamente pensé que lo que se pretendía era que apareciera un pluripartidismo y que esta pretensión llevaría aparejada una voluntad de crear pactos que hicieran gobernable el país. Se rompió el bipartidismo y aparecieron múltiples partidos, unos más exigentes que otros, unos con más deseos de pactar que otros. Alguno de los partidos era tan exigente que, a pesar de tener una minoría que, benévolamente mirada, podía llegar a la quinta parte de la cámara, exigía que el país fuera gobernado con sus particulares criterios, pasando por encima de los del resto de partidos. Era como si prácticamente estos no existieran. Lo que parecía ser nuevo fue pronto evolucionando hacia lo viejo y, aunque no llegaba a identificarse con ello, iba manifestando vicios muy antiguos. Parecía que la inicial guerra contra el bipartidismo no era para que apareciera el pluripartidismo, sino para que irrumpiera un monopartidismo protagonizado por ellos. La exigencia era de tal fuerza que no les importó arriesgarse a que de nuevo pudieran mandar los que habían generado la situación que se estaba viviendo. Con independencia de la existencia del resto del país, que, lamentablemente, pensaba y votaba de manera distinta a ellos, querían que se gobernara como a ellos les parecía bien. No les importaba demasiado tampoco que se contradijeran con frecuencia, que rompieran por su cuenta las negociaciones, que la democracia sufriera con su actitud y que el posible pacto entre varios fuera con ellos una misión imposible. Era como si su razón se pudiera y se tuviera que imponer, por ser suya, por encima de las demás razones. Así el país ha ido pasando del desgobierno al imposible gobierno. Un trabajo bien hecho.

Buenos días. Disfrutar



Si disfrutas hoy, haz que alguien más disfrute también. 

Buenos días.


Cecilia Grierson. El Calendario Cultural de Bautista. 366 mujeres. 10/ 04/ 2016




Tal día como hoy de 1934 murió la médica Cecilia Grierson

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sábado, 9 de abril de 2016

Buenas noches. Lo vulgar / 1



Recuerdo épocas pasadas en las que la manera de pensar éticamente admitida en ciertos ambientes concienciados era solo aquella que no sólo favorecía al pueblo, sino que se parecía a la del pueblo. Había que estar con el pueblo y por eso expresiones tales como 'tener clase' o 'tener estilo' estaban mal vistas, porque parecía que denotaban actitudes algo así como elitistas o excesivamente personales que te alejaban del modelo bueno, que era el que tenía el pueblo.


Hoy, observando lo que se vive en esta especie de sociedad pseudohumana que estamos construyendo y tolerando entre todos, me he dado cuenta de lo erróneo de aquella actitud. Hoy sé que lo verdaderamente humano es tener una personalidad propia y bien justificada racionalmente. Y eso se consigue teniendo claro en la mente y en la acción que este mundo es de todos, que las igualdades deben ser lo que motive nuestra acción, que no se puede molestar ni hacer daño a nadie y que nuestra intención en la vida debe poder ser también la intención de todos y de cada uno. Lo contrario de todo esto es justamente lo vulgar. Hay que crecer lo más posible, cada cual tiene que llegar a su tope, pero hay que favorecer con ello a la sociedad, sin que sea necesario identificarse con ella, porque eso es caer en la castrante, destructora y mediocre vulgaridad visible hoy en todas partes. 

Buenas noches. 

(continuará)

Buenos días. Pereza



La pereza puede que se cuele en tu vida y se haga residente sin que te des mucha cuenta. 

Tenemos que estar alertas. 

No hay nada más envejecedor que la pereza. 

Buenos días.


Isabel Coixet. El Calendario Cultural de Bautista. 366 mujeres. 9/ 04/ 2016




Tal día como hoy de 1960 nació la cineasta Isabel Coixet

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Teatro. Los dramáticos orígenes de las galaxias espirales



No hago crítica teatral, sino que cuento lo que veo y te recomiendo lo que me parece que tienes que ver. Hoy he ido a ver Los dramáticos orígenes de las galaxias espirales, título un tanto críptico y rimbombante para una comedia estupenda, en la que te puedes reír y sobre la que puedes pensar, si quieres.

Denise Despeyroux, autora y directora de la obra, es una prolífica escritora que tiene la virtud de que todo lo que le sale de su mente lo hace bien. Ha llegado a tener en cartel cuatro o cinco obras a la vez y todavía tiene un par de ellas preparadas para su estreno. Uno de sus logros es el de haber integrado el vídeo en el acto teatral, como si fuera un personaje más. Lo logra con el beneplácito de los espectadores y una eficacia escénica que hace que enseguida se acepte el mecanismo. Ya lo incluyó con éxito en Ternura Negra y ahora lo mantiene en esta obra con gran resultado.

La autora es filósofa y se le nota. Lo que ocurre es que es de las filósofas que se explica bien y a la que se le entiende. En esta obra fundamentalmente te ríes, pero si quieres pensar, puedes hacerlo. Te puedes dar cuenta, por ejemplo, de que lo que somos lo somos habitualmente en contra de alguien, llevándole la contraria a alguien para así afirmarnos como lo que creemos ser. Incluso hay veces en las que logramos ser en contra de nosotros mismos. O puedes tomar conciencia, entre risas, de que vamos evolucionando, de que no somos lo que creemos ser, sino lo que vamos siendo y que el futuro es algo de lo que no podemos disponer a nuestro antojo. Pero, en medio de tus posibles reflexiones, te ríes, disfrutas, el humor de calidad se te pone delante, muy cerca, y te puede.

El elenco de actores es espléndido. Ester Bellver hace una Casandra -que no le llamen Marisa- como si toda su vida hubiera sido así. No es un papel de relumbrón, pero las grandes actrices brillan en estos papeles en los que no tienen por qué brillar. Juan Caecero hace un Oliver muy completo, dando muestras en todo momento de su poderío escénico. Cecilia Freire tiene el papel más complejo y da gusto ver cómo lo domina, con qué naturalidad es capaz de desdoblarse y cómo resuelve las múltiples situaciones a la que sus papeles le invitan. Ascen López hace una madre muy peculiar, a medio camino entre antigua y moderna, y borda su papel, siempre metida en su personaje y facilitando con gracia alguna que otra sorpresa. Pepe Viyuela hace de actor invitado con la calidad que siempre muestra.


La obra es una gozada, de las que te seducen y te hacen olvidar por un rato de dónde vienes y a dónde vas. Sus representaciones terminan mañana domingo y parece ser que no se las van a prorrogar. Es una pena incomprensible, porque la obra da para mucho tiempo en cartel y para muchos buenos ratos en la sala. Yo sólo te puedo decir que intentes verla, si puedes. Está en la Sala de la Princesa, en los bajos del María Guerrero, en Madrid.