lunes, 1 de diciembre de 2008

Ángel Guinda estuvo en la Biblioteca Nacional

Para mi amiga P., que deseó enormemente estar en el acto, pero que no pudo hacerlo porque tenía que cumplir con su deber. Desear, poder, deber. Tres verbos de los que expresan lo trágico de la vida y que sólo saben conjugar bien los que tienen talento humano.

El edificio de la Biblioteca Nacional, tan señorial y tan discretamente iluminado, lucía imponente en la noche otoñal. En la puerta, amigos y admiradores de Ángel Guinda esperaban con expectación su llegada. Cuando hizo su aparición, la magia del edificio se eclipsó por el magnetismo del poeta. Llegó con esa sonrisa tan cariñosa, tan envolvente, coronada por unas cejas optimistas que riman consonantemente con unos ojos pillos y vivaces, instalados sobre dos pilastras en forma de carrillos que se estiran provisionalmente para estallar de vez en cuando en una risa, en una sonrisa o en una carcajada. A los poetas hay que mirarles a la cara y fijarse bien en ella, porque no la tienen diseñada igual que el resto de los mortales. El poeta piensa con los ojos y ve con el cerebro. Por eso tiene gestos inhabituales que merece la pena indagar e interpretar. Como no suelen ser personas normales, corrientes, sorprenden y hay que analizarlos con criterios distintos de los que usamos con la gente común. Cuanto más sufrimiento interior tenga el poeta, seguramente ofrecerá una expresión más comprensiva y dulce. Un poeta con la expresión triste y distante, por el contrario, quizás tenga poca tragedia dentro que transformar en versos.

El caso es que el poeta Ángel Guinda llegó y pareció que ya estábamos todos, que ya se podía parar un rato el mundo para que hablara, no sabemos muy bien si el poeta o el amigo o, a ser posible, los dos a la vez.

Como el propio Ángel se apresuró a decir, de telonera iba nada menos que sor Juana Inés de la Cruz, con su poesía barroca y difícil de seguir, pero preciosamente contada por tres buenísimas actrices lectoras.

La presencia recitando de la genial Carmen Feito resultó espectacular porque esta mujer es capaz de crear una situación de una fuerza inusitada con la voz y con el gesto unidos al texto del poeta. Pero también fue un espectáculo observar al poeta absorto en la contemplación de su propio poema recreado por la palabra, las manos y el alma de la recitadora. Un lujo breve e intenso, como tantas cosas buenas.

Y luego llegó Ángel Guinda, con esa limitación necesaria que él mismo impone cuando dice que más de veinte minutos de poesía no tienen sentido. Somos tiempo y usamos el tiempo también como medida. Ya los epicúreos sabían que el mucho placer produce displacer, aunque eso a veces y a primera vista nos fastidie y no lo entendamos. Veinte minutos de poesía. Conocí a uno que le preguntó a la dueña de una tienda de ultramarinos cuánto le cobraría por un cuarto de hora de jamón. No por un cuarto de kilo, que sería lo normal, sino por un cuarto de hora cortando y comiendo de la pata del jamón. La tendera no le hizo el presupuesto porque temió que el uso del tiempo y del jamón que podía hacer aquel peticionario podía resultarle ruinoso y sobrepasar todas las previsiones. El tiempo como medida de todas las cosas. De todas.

Pero fue suficiente. Quedó claro, entre otras cosas, que a Ángel Guinda no le gusta el mundo en el que vive, lo cual dice mucho de su sensibilidad y de su profundidad humana. Que no escribe sobre la realidad, sino contra ella, que traducido quiere decir que estamos ante un hombre joven y de izquierdas, de la izquierda vital y de la usual. Y que el arte de este poeta estriba en el fondo en saber descubrir y recubrir con una capa de lúcida belleza toda la crueldad que surge de la contemplación de la vida y de la muerte.

Morir es no volver, afirma el poeta. Deseamos, por tanto, mientras estemos vivos, volver siempre con Ángel Guinda, emocionarnos con sus palabras, sumergirnos en su mundo, dejarnos sorprender por su persona, descansar en la cuna de sus versos.


Dejo puesto aquí uno de los poemas que recitó Ángel, que se llama Cajas, pero que va, como siempre, mucho más allá.

Lo diría un indígena y tendría razón.

"Ustedes tienen la vida organizada en cajas.

Nacen y les depositan en una cajita,

su casa es una caja, y las habitaciones

son cajas más pequeñas.

Suben a la casa en una caja,

bajan a la calle en una caja.

Viajan en una caja.

Duermen y hacen el amor sobre una caja.

A través de una caja ven el mundo.

Cambian de casa: lo meten todo en cajas.

Los Bancos y las Cajas hacen caja.

Y cuando mueren

les introducen también en una caja."

Todo está hecho para que encajemos.

Nos encajan la vida.

Algunos no encajamos, y nos desencajamos.

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domingo, 30 de noviembre de 2008

Platón. El mito de la caverna.

Pongo aquí este vídeo por si le sirve a los alumnos para repasar el tema de Platón. También para cualquiera que quiera saber de qué va la filosofía y que quiera pensar un poco. 


Desnudez / 5


También Juan Cruz en su blog hablaba hace unos días del escribir como un acto de desnudarse. Y añadía un matiz interesante.


Escribir es desnudarse a uno mismo, y leer es vestirse con lo que otro ha hecho.

sábado, 29 de noviembre de 2008

Paseando por la vida / 25




Ponerle el nombre a una tienda debe de ser un problema tremendo porque se tratará, supongo, de llamar la atención y de que el que vea tal nombre se acuerde de él fácilmente. Tengo que reconocer que las ocurrencias en este campo son muy ingeniosas. Voy a poner una serie de ellas que he ido recopilando en mis paseos madrileños.

La primera es la de una peluquería que está en una calle, cuyo nombre no recuerdo, pero que es perpendicular a la de Fuencarral. El nombre invita a no entrar a los amantes de los peinados tradicionales y, en cambio, es un reclamo para los que quieren hacerse algo diferente en el pelo. A mí, al menos, es lo que me parece.
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viernes, 28 de noviembre de 2008

Nacer, vivir, morir


Nacemos solos.

Nacemos inútiles.

Nacemos viejos.

 

Morimos solos.

Morimos inútiles.

Morimos viejos.

 

Vivimos deseando huir de la soledad, pero ¿con quién?

Vivimos procurando dejar de ser inútiles, pero ¿para qué?

Vivimos intentando ser jóvenes, pero ¿cómo?

jueves, 27 de noviembre de 2008

Paseando por la vida / 23


Por una parte, el título lo es todo. Hay que llamar la atención para que la gente se fije y acuda y compre. Por otra parte, nunca hay que faltar a la verdad y hay que decir las cosas como son. Si es el que faltaba, ¿por qué no se va a poder decir?

Lo puedes encontrar en la Isla de San Fernando.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Desnudez / 4


Es miedo. Lo que hace que muchos no quieran desnudarse es el miedo. A veces incluso ese miedo se convierte en odio. Algunos huyen de desnudarse físicamente en público porque creen que los demás los van a juzgar y que van a salir malparados si los comparan con otros. No saben que suelen ser ellos los únicos que juzgan y que comparan y que los que se desnudan con naturalidad prefieren emplear el tiempo en gozar de la desnudez y no en hacer competiciones absurdas.

Peor me parece la afición por no desnudarse a la hora de hablar. Hablar desnudo es pensar de forma abierta y decirlo con honestidad, contando con la posibilidad de no tener razón y, sobre todo, escuchando al otro y viendo lo que de razón puede tener el otro. El otro es la vía natural de crecimiento y de aprendizaje.

El que no está dispuesto a desnudarse se suele vestir con la armadura de lo que siempre supo, de lo que le contaron, de lo que le valió un día y de lo que quiere que le valga a todo el mundo porque le valió a él. Y repite una y otra vez siempre lo mismo, y no deja hablar porque no deja de hablar, y, si oye, oiga lo que oiga, no le valdrá nunca lo que le digan.

Es posible que estos que no están dispuestos a desnudarse oculten lo que de verdad piensan con el mismo miedo con el que ocultan sus cuerpos para no ser vistos. El vestido es la mentira del cuerpo. La cerrazón es la mentira del pensamiento.

martes, 25 de noviembre de 2008

Médicos con ordenador


Desde que los ordenadores llegaron a las consultas, los médicos ya no te miran a la cara. Te pueden preguntar lo más íntimo o lo más importante, pero lo hacen con el mismo calor humano con que el surtidor de gasolina te informa del tipo de combustible que has elegido. A veces parece que te lo están preguntando a ti o a cualquier otro que pueda andar por allí cerca. Y si entre tus circunstancias hay alguna que no aparece en el ordenador, te lo dicen como si la máquina no pudiera equivocarse y fueras tú el causante de la ausencia. ¡¿Cómo es que usted no viene aquí a por las recetas de sus medicinas?! me echó en cara uno el otro día, sin saber o sin darse cuenta de que mis recetas de MUFACE no se registraban en el ordenador como las habituales de la Seguridad Social. Otro resumió la petición de que me sentara en una camilla que había en el fondo de la habitación con un gesto con la cabeza en la dirección hacia la que yo debería ir. Otro, en la misma circunstancia, se limitó a levantarse y, sin decir nada, ir hacia la camilla, dando por supuesto que yo debería seguirlo. Lo de decirle al ordenador lo que tienes, en lugar de decírtelo a tí, es también bastante frecuente

Entre el ordenador, las prisas, el poco tiempo de consulta, el cambio constante de médicos de familia, la actitud de algunos de estos y la política sanitaria de Espe y sus yernos, yo preferiría un buen robot, sabiamente programado con los conocimientos adecuados y con las normas de educación, de cortesía y de humanidad que alguien con sentido común le introdujera. Además, saldría más barato.


lunes, 24 de noviembre de 2008

No a la violencia contra las mujeres


Patria Mercedes Mirabal (27 de febrero de 1924 - 25 de noviembre de 1960), María Argentina Minerva Mirabal (12 de marzo de 1926 - 25 de noviembre de 1960) y Antonia María Teresa Mirabal (15 de octubre de 1936 - 25 de noviembre de 1960) son conocidas como las hermanas Mirabal y también como Las Mariposas. Las tres nacieron en el pueblo dominicano de Ojo de agua y las tres, como se observa arriba, murieron el mismo día.

En la época en la que vivían las hermanas Mirabal, gobernaba la República Dominicana el dictador Rafael Leónidas Trujillo. Cuando éste llegó al poder, hizo que la familia Mirabal perdiera todos sus bienes. Las tres hermanas decidieron entonces crear un grupo de oposición conocido como la Agrupación política 14 de junio con el fin de intentar acabar con la dictadura. A partir de entonces fueron encarceladas y torturadas en sucesivas ocasiones. Al final, Trujillo decidió asesinarlas. Un día envió a un grupo que esperó a que salieran de la cárcel, a donde habían ido a visitar a sus maridos, las condujeron a unas plantaciones y allí fueron apuñaladas y estranguladas. Fue el 25 de noviembre de 1960.

El 17 de diciembre de 1999, mediante la Resolución 54/134, la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró al 25 de noviembre como Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, en conmemoración del sacrificio de las hermanas.

Ya el 20 de diciembre de 1993, la Asamblea General había aprobado la Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer.

En 1995, la escritora domínico-americana Julia Álvarez, publicó la novela En el Tiempo de las Mariposas, una novela basada en la vida de las Mirabal. La novela fue llevada al cine en 2001 en una película con el mismo nombre protagonizada por Salma Hayek.

Hoy, en 2008, yo haría una llamada a los hombres para que tomaran conciencia del mayor logro habido en la historia de la humanidad: el principio de igualdad. Si hay algo que como seres humanos debemos tener claro hoy, sobre todo los hombres, es que aunque todos seamos diferentes en lo físico, en lo psicológico y en la forma de pensar y de actuar de cada uno, lo que de verdad es importante es que todos somos iguales. Quiere esto decir que todos, seamos hombres o mujeres, tenemos los mismos derechos porque todos somos seres humanos, todos somos personas y todos debemos ser tratados de la misma manera.

No hay cambio sin una toma de conciencia. Creo que el tema de la igualdad debe ser comentado en todos los ambientes para poder ir siendo conscientes de lo que debe inspirar nuestra relación con los seres humanos.

domingo, 23 de noviembre de 2008

Paseando por la vida / 24


Otro nombre de calle precioso, sugerente, que te remite a pensamientos grandiosos, que hace honor a un personaje importante o que te recuerda alguna idea genial. Está en el centro de Cuenca.

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