lunes, 9 de diciembre de 2013

Buenos días. Lo pequeño





No había grandes cosas que ver, salvo la fuerza alegre del Sol en todo su esplendor. Por eso me dediqué a ver las pequeñas, las cosas pequeñas, sobre todo el atractivo color de las pequeñas hojas de los árboles. Para hacer que venga el invierno con elegancia, las hojas se visten de esos tonos marrones, cercanos al dorado, propios de la madurez, de la generosidad, de las cumbres otoñales, caen como sólo ellas saben hacerlo y ceden el paso a lo nuevo que venga. Como en tantas cosas en la vida, a veces hay que morir para que nazca lo nuevo, hay que negarse para que aparezca lo positivo. Buenos días.

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