Resulta que te levantas y ves por la
ventana que ha amanecido el día con una niebla intensa. Te lamentas
por la falta del Sol, pero te alegras por la belleza del paisaje. Va
pasando el tiempo y observas que la niebla se va yendo y que el Sol va
cobrando bríos, hasta que ocupa su trono en el cielo. Te lamentas,
entonces, porque no llegaste a tiempo de hacer fotografías de la
niebla, pero te alegras por la aparición fuerte y luminosa del Sol.
Tras las pocas horas de claridad que nos regala el otoño, va
apareciendo la oscuridad y, antes de que te lo imagines, está
presente la noche. Te lamentas por la luz que ya se fue, pero te
alegras por la llegada de la siempre sugerente oscuridad.
Así es la vida: una sucesión continua
de cambios, unos tras otros, que nos hacen pasar por estados
imperfectos, ambivalentes, entre los que nos vamos deslizando como
podemos. Pero nos deslizamos. Buenas noches.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Puedes expresar aquí tu opinión.