La belleza y el placer de escuchar las
historias que cuentan los ancianos. Son historias ya pasadas por el
filtro de la edad, por el control de las emociones, por las redes de
la memoria. Suelen ser historias que relatan cualidades que eran
valores para ellos, aunque quizás para uno ya no lo sean. Es posible
que una de las cosas que haga más feliz a un anciano es que le
escuchen. Aunque sólo fuera por eso, habría que escucharle. La
mayor parte de las veces no se trata con ello de aprender algo nuevo
o útil, pero sí de aprender a criticar racionalmente lo que a otra
persona le valió y ver si hoy nos vale o no nos vale o nos vale sólo
un poco. Es muy sano intentar quitarse los prejuicios de la mente, y
uno de ellos es ese que nos impulsa a creer que, por principio, nada
de lo antiguo vale. Y se trata también de aprender a contemplar -a
ser posible, sin enfadarse- lo que ha dado sentido a una vida o lo
que ha supuesto una anécdota luminosa en una vida ya crepuscular.
Por lo demás, intenta dormir hoy bien,
relajándote y respirando profunda y suavemente. Esa nube maravillosa
que compartimos cada noche no puede faltar hoy. Ojalá nos
encontremos todos en ella empapados de cariño. Buenas noches.
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