Interesante intervención de la psicóloga y sexóloga Amaia Bakaikoa en el programa de Radio Euskadi Boulevard. Seía importante que reflexionáramos sobre estos asuntos.
ENAMORAD@S DEL ENAMORAMIENTO.
El enamoramiento y el amor son fases con características muy diferentes pero ambos son necesarios y complementarios en las relaciones de pareja.
Al amor históricamente se le ha dotado de grandeza, trascendencia y pureza; mientras que al enamoramiento se le ha visto como algo menor, intrascendente e incluso loco y ridículo.
La fase inicial de enamoramiento aparece cuando nos sentimos muy atraíd@s por alguien y l@ idealizamos focalizando nuestra atención selectivamente en los aspectos positivos de esa persona.
Aquí surgen emociones muy intensas, pero a su vez poco profundas, de cariño, pasión y admiración.
A nivel neuroquímico se segrega feniletilamina y unas siete mil veces más dopamina que la que se produce normalmente.
En consecuencia, el deseo y la pasión son inmensos; y en ese estado de exaltación se ve todo de color de rosa, se sienten mariposas en el estómago, los nervios nos invaden ante nuestr@ enamorad@ y hay una constante ansiedad por ser correspondid@...
Estar enamorad@ es una sensación muy agradable y placentera, pero tiene una parte negativa que es esa euforia, distorsión cognitiva y obsesión por la pareja que frecuentemente impide que nos centremos en los demás ámbitos de la vida.
Esta fase suele durar entre unos meses y dos o tres años.
Mantener eternamente este estado eufórico sería una locura para una persona, y, afortunadamente, todo vuelve a su cauce y con el tiempo y el conocimiento del otr@ se va entrando en la fase de amor que conlleva mayor serenidad, estabilidad, tranquilidad y seguridad.
A nivel neuroquímico se produce oxitocina que es la responsable del establecimiento de vínculos afectivos profundos e intensos.
Y este estado sí que puede ser muy prolongado en el tiempo; incluso puede durar eternamente.
A partir de este momento amoroso es cuando se suelen establecer los compromisos que la pareja libremente decida (vivir junt@s o no, hij@s, casarse o no, fidelidad o no...)
Pero lo cierto es que hay personas que no son capaces de dar el paso del enamoramiento al amor.
Lo que les ocurre es que como ya no sienten con tanta intensidad aquello que sentían al principio, creen que se ha apagado la chispa inicial y dejan la relación pensando que está todo acabado ("ya no siento mariposas","ya no es lo que era" etc.)..
Y no entienden que en realidad esta bajada de la euforia inicial es el proceso normal deseable y por ello desechan a su pareja y van a buscar otra que les despierte de nuevo esas intensas pero poco profundas emociones.
Se pasan la vida entre parejas fugaces buscando el enamoramiento hasta que después de varios fracasos se preguntan qué es lo que hacen mal...
Son l@s enamorad@s del enamoramiento.
Y cometen un error de concepto porque confunden enamoramiento y amor.
Han introyectado la idea del amor romántico que identifica erróneamente amor con pasión desenfrenada y con la sensación de no querer despegarse de la pareja y la obligación de sentir deseo sexual a todas horas.
La elección de pareja debería estar basada en criterios tanto emocionales y pasionales como racionales.
Hay que racionalizar el amor; y cuando surge en nuestras vidas una persona que nos atrae y nos enamora, a partir de esa bella e ilusionante base hay que trabajar día a día para conocerse y llevarse bien a través de acuerdos y negociaciones que nos lleven a conseguir establecer un vínculo positivo que fortalezca y haga crecer la relación de forma enriquecedora.