jueves, 9 de enero de 2014

Lo que veo cuando miro. Cuántas habrá





Hoy he ido a comprar a un supermercado muy conocido. No sé si será por causa de la Luna, del eje magnético o del Gobierno, pero había un clima raro allí dentro. Todo el mundo iba a mucha velocidad, te atropellaban con los carros, se te echaban encima o se paraban transversalmente con el carro en la mitad del pasillo y tenías que pedir permiso para pasar. Iban, en general, con descaro a lo suyo. Lo peor fue que vi a dos o tres parejas con unos comportamientos similares. En cada una, el hombre parecía, por la hora que era y por su edad, que era un parado. Todos tenían caras de enfadados, de estar de mal humor. Las mujeres parecían deprimidas, como ausentes, con la tristeza incrustada en sus caras. En todas esas parejas el hombre trataba a la mujer como si fuera una tonta inútil que no se enteraba de nada. Ellas se dejaban tratar así, como quien no tiene más remedio que aguantar y como si no pudieran hacer otra cosa. Se me vino el alma a los pies. Menos mal que en la cola de la caja me tocó detrás una señora de estas que no te dejan espacio vital, que se pegan como una lapa y que te ponen la cesta en los talones impidiéndote el movimiento. La molestia que me producía el comportamiento de esta señora me hizo olvidar las caras de las señoras maltratadas por sus parejas. No quiero ni pensar cuántas habrá así, cuanto sufrimiento, de ese que no sale en televisión ni en la prensa ni en la radio, habrá escondido por este país. Buenas tardes.

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