lunes, 20 de enero de 2014

Buenas noches. Decepción





Yo creía que esto de vivir iba a terminar siendo otra cosa. Me imaginaba que los seres humanos, al menos una gran mayoría de ellos, iban a intentar en serio crear un mundo en paz, en donde se pudiera vivir con tranquilidad y en un ambiente de felicidad generalizada. Me parecía que era muy evidente que todos eran iguales, en el sentido de que todos tenían los mismos derechos por ser humanos. Creía que se iban a ayudar en cuanto lo necesitaran. Albergaba la seguridad de que entre todos querrían construir un mundo bueno, en donde la educación y la cultura ocuparían un lugar importante, porque son ellas las que los convierten de verdad en seres humanos. Me hacía ilusión que los ciudadanos gozaran con frecuencia con las artes. Disfrutaba con la idea de que el respeto, la generosidad, la buena voluntad y el cariño dominarían las relaciones entre las personas. Jamás pensé que unos pocos brutos se dedicaran a acaparar las riquezas, sin importarles nada que los demás vivieran mal, incluso que murieran. Nunca pensé que hubiera políticos que se dedicaran a protegerlos y a facilitar esos planes antihumanos. Han aprendido a coaccionar a los pobres y a los ignorantes con el miedo, a ser violentos y, lo peor de todo, a ser codiciosos. Han estropeado el proyecto humano y realmente ahora ya no sé qué hacer. Yo creé todo esto para otra cosa, no para que terminara en esta basura impresentable. Un castigo universal no me parece justo y quitarle a estos granujas su riquezas me parece muy complicado, con el lío que tienen montado con los paraísos fiscales y la ingeniería financiera. Y, encima, estoy quedando fatal, porque es difícil de justificar que todo un Dios haya creado esta mierda de mundo. Esperemos que salga pronto alguien capaz de darle un cambio serio a la situación, antes de que sea demasiado tarde. A mí ya no se me ocurre nada. Buenas noches, si es posible. Ojalá pueda dormir divinamente.

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