Realmente escasean las personas libres,
autónomas, capaces de tomar una determinación en su vida según sus
propios argumentos y sin miedos ni temores a castigos eternos. Por
aquí sólo veo devotos, creyentes tradicionales dispuestos a que les
arreglen su vida con milagros o con intervenciones divinas. Yo
prefiero ser más humano, menos pretencioso, no porque no aspire a un
mundo mejor, sino porque las invenciones de las mentes débiles no me
seducen nada. Prefiero que trabajemos los hombres y no los dioses.
Buenos y humanos días.
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