Cuando los hombres crearon a los
dioses, los imaginaron con fuerza y con poder. Para tenerlos
contentos y propicios decidieron ofrecerles lo mejor que tenían y
organizaron para ello los más sorprendentes sacrificios. Lo mejor de
los hombres quedó así en manos de los dioses. Luego, los dioses
murieron, cuando los hombres fueron desarrollando su razón y
creciendo en sabiduría, y lo mejor de los hombres fue objeto de la
codicia de algunos. Sólo los hombres y mujeres verdaderamente libres
fueron capaces de disponer de sus bienes a su antojo, y eso, con
mucho trabajo. Entre sus bienes más preciados estaba el tiempo, su
propio tiempo, aquello más indispensable que tenían para vivir. En
medio del negocio que impera en el mundo desde siempre, con los
dioses y con los hombres, estas personas libres regalan su tiempo. Lo
regalan, claro, a cambio de nada. Regálale esta noche un poco de
tiempo a la gente que quieres y mándales todo el cariño que
quieras, a cambio de nada. Dormirás muy bien. Lo verás. Buenas
noches.
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