jueves, 21 de junio de 2012

Con artistas




El que no crea, envejece y los viejos, que pueden serlo a cualquier edad, acaban muriendo pronto.

Me gusta ver arte, contemplar obras de arte. El arte no sólo te permite evadirte de este mundo estúpido, sino que te impulsa a otro mucho más agradable, aunque a veces sea más trágico, que éste. El arte se apodera de ti con una fuerza irresistible y te proporciona un placer intenso y suave, a la vez, inquietante y relajante, como si fuera un prodigio milagroso de la naturaleza.

Me enamora el arte y me entusiasma escuchar a personas que viven creando, que entienden la vida como algo en las antípodas de la rutina, de la tradición, del estatismo interesado de quienes están en los poderes.

Últimamente he tenido el grandísimo placer de hablar con algunos artistas, y, sobre todo, de escucharlos. A algunos los oí con atención en público y les tiré de la lengua todo lo que supe, pero a otros -a otras, porque éstas eran mujeres- tuve la fortuna de escucharlas de manera más personal. Me parecieron seres humanos excepcionales, conscientes del mundo en el que estamos, humildes en su forma de estar en él, pero sin renunciar a sus deseos de cambiarlo para mejorarlo, fuertes como árboles bien plantados aunque en terrenos poco propicios, con muchas ganas de vivir y de crear, de sacarle al mundo sus secretos. Sobre todo, imbuidas del ideal de la igualdad, que adorna con luces de gozo y de fiesta a los espíritus elegidos para abrir los caminos.

Creo que una de las características básicas del artista es su mente abierta a un mundo con el que quiere comunicarse y que entiende que puede cambiar, pero no para que le favorezca a él, sino porque entiende que un mundo mejor es posible y deseable.

La emoción que me produce el estar un rato con un creador hablando de su obra y del acto de creación se la traduzco luego, cuando puedo, en un abrazo que me sale de dentro y que no sé si entenderán o no, pero que estoy seguro de que sienten. Es mi reconocimiento a la presencia ante mí de un ser que me supera y que es capaz de entender esa vida como a mí me gustaría poder vivirla. Es también, claro, una muestra del cariño que siento por quien es capaz de estar un rato de su tiempo hablando conmigo de lo que hace, de lo que piensa y de lo que vive.

He sido afortunado estos días y le doy las gracias a estos amigos artistas por sus detalles. Dar las gracias quiere decir que ojalá la vida les regale a ellos también el mismo placer que ellos me han regalado a mí.  

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