Se murió su padre. Se murió su madre. También lo hicieron varios tíos suyos. Y varios de sus amigos. Y un montón de personajes famosos por los que sentía una admiración un tanto difusa. Se murieron varias plantas en su terraza. Hasta se murió su gato.
Y, a pesar de todas estas muertes, no aprendió que la vida no es dejar pasar el tiempo viendo pasar, sentado en la puerta de la casa, un espectáculo mediocre, sino construir piedra a piedra, gozo a gozo, llanto a llanto, un espléndido monumento de tamaño humano.
Todo se moría en su vida, pero él no aprendió a vivir. Parecía que ya estaba bastante muerto.
Y, a pesar de todas estas muertes, no aprendió que la vida no es dejar pasar el tiempo viendo pasar, sentado en la puerta de la casa, un espectáculo mediocre, sino construir piedra a piedra, gozo a gozo, llanto a llanto, un espléndido monumento de tamaño humano.
Todo se moría en su vida, pero él no aprendió a vivir. Parecía que ya estaba bastante muerto.
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Esta historieta me trae muchos recuerdos. Hay quien se ha pasado muerto/a toda su vida.
ResponderEliminarY no aprende, claro....