Creo que hay que compartirlo casi todo.
Las cosas materiales hay que compartirlas porque hay una necesidad
real y palpable que lo exige. No existe ese tipo de necesidad en el
caso de la belleza, pero sí otra clase de necesidad, quizás más
espiritual, pero no menos fuerte, más placentera, aunque no menos
urgente que me impulsa a compartirla. Creo que tanto bien se puede
hacer compartiendo la comida que haciéndolo con la belleza. Me
refiero a la belleza que encontramos por ahí, pero también a la
tuya y a la que yo pueda tener. ¿Qué sentido tiene una vida en la
que se oculta la belleza?
El problema fundamental de la vida es un problema ético. ¿Cómo actuar hoy para crear un mundo más humano? ¿Cómo actuar de manera humana para crear un mundo mejor?
miércoles, 28 de noviembre de 2012
El calendario de Bautista. 28/11/2012. William Blake
Tal día como hoy de 1757 nació el polifacético artista inglés William Blake.
Tienes más información aquí.
martes, 27 de noviembre de 2012
Lo que se ve. Privilegios
Una de las dificultades con las que se
encuentra la igualdad es que suele realizarse a costa de una parcela
importante de libertad. Quien goce de algún privilegio tendrá que
renunciar a él para que todos podamos ser iguales. Y no todos estás
dispuestos a esto.
Jaume D'Urgell: mejor, no.
El
ciudadano llamado Jaume D'Urgell se autodefine en su muro de Facebook
así:
“Enamorado,
crítico, libre y de buenas costumbres. Empatizo con quienes padecen
los efectos de la codicia, la ignorancia y la arbitrariedad. Soy
socialista y activista LGBT. Defiendo la democracia y los demás
Derechos Humanos.”
El
señor d'Urgell puso ayer en su muro el siguiente comentario:
¡No
al cierre del hospital de LA PRINCESA!
A
quien hay que encerrar es al yerno del rey.
A
una amiga, creo que con toda la razón, le pareció un comentario un
tanto demagógico y lo justificaba diciendo que nuestro papel como
ciudadanos es el de pedir justicia, no cárcel para nadie antes de
ser juzgado. Así lo puso en el muro del Sr. d'Urgell, como
comentario. Otra amiga común la felicitó por su sentido de la
justicia y lo mismo hubiese hecho yo, si hubiese leído entonces el
hilo de la conversación.
Me
parece que uno de los vicios ajenos a la democracia, pero que están
asentándose lamentablemente en nuestra sociedad, es el de juzgar a
cualquier imputado desde fuera del juzgado, en los medios de
comunicación, en los bares y en las mentes de cualquiera. Aquí
parece que todos hemos hecho la carrera judicial, que las pruebas y
los procedimientos no tienen ninguna importancia y que nuestro juicio
es el que vale, por encima del de cualquier profesional de la toga.
Mi
amiga, consciente de esta anomalía que mina nuestra democracia, hizo
su comentario, respetuoso, equilibrado y nada fuera de lugar.
Sorprendentemente, el señor D'Urgell reaccionó suprimiéndolo de su
muro, así como el de la otra amiga que lo apoyaba. Otra amiga más
reaccionó protestando por esa supresión, pero su comentario fue
igualmente suprimido por el señor D'Urgell.
Fue
entonces cuando me enteré yo del asunto y puse otro comentario. Le
decía al señor D'Urgell que cómo considerándose crítico y libre,
no admitía que los demás fueran también críticos y libres, puesto
que cuando tenían ocasión de hacerlo, borraba de su muro las
críticas.
Mi
comentario duró unas horas. Hoy ya había sido suprimido igualmente
por el intolerante señor D'Urgell.
A
mí el señor D'Urgell no me preocupa absolutamente nada. Gente como
él hay, lamentablemente, mucha en nuestro país. Hoy, sin ir más
lejos, la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid ha
ordenado quitar los carteles que anuncian las protestas y las
reivindicaciones del personal sanitario de la marea blanca, como si
además de gestores del asunto fueran los dueños de las paredes de
los edificios. Formalmente es la misma maniobra que la del señor
D'Urgell, la misma intolerancia, la misma imposición de criterios,
el mismo tufo antiguo, la misma seguridad en unas ideas discutibles,
pero que no quiere discutir, el mismo vicio ajeno a la democracia.
Me
preocupa, en cambio, el mal trance por el que han pasado mis amigas,
porque a nadie le gusta que le impidan la comunicación y el diálogo
de esa manera tan poco democrática y tan poco civilizada, pero sé
de su inteligencia y de su bien asentada humanidad y confío en que
sabrán darle al suceso la importancia que tiene, o sea, ninguna.
Realmente
me preocupa más otra cosa. Este señor D'Urgell se declara
socialista, pero no actúa como tal. Quizás su párvula formación
le impida ver el daño que le hace con estos actos a los socialistas
y al socialismo. No quisiera que nadie confundiera a un socialista
con alguien que no tolera la crítica, ni el diálogo, que va por ahí
condenando a quien se le antoje, que suprime de un teclazo las
opiniones con las que no está de acuerdo, que no da explicaciones de
sus hechos y que, encima, va pregonando ideas que él mismo
cataloga, sin saber lo que hace, de socialistas.
Te
ruego, lector o lectora de este texto, que, si quieres conocer lo que
es socialismo, la democracia, la justicia y la humanidad, no lo hagas
a través de lo que dice o hace el señor D'Urgell. Es mejor que te
busques otras fuentes más fiables y en las que se pueda respirar un
oxígeno más reconfortante.
Buenos días. Alegría
La alegría es uno de los bienes más
apetecible por todos, pero no busques la alegría, porque no la vas a
encontrar. La alegría es la consecuencia de la felicidad, pero no
busques la felicidad, porque tampoco la vas a encontrar. La alegría
y la felicidad sólo aparecen cuando actúas bien, como el ser humano
que eres. La fórmula es tan sencilla como difícil de poner en
práctica. No creo que haya otra.
El calendario de Bautista. 27/11/2012. Horacio
lunes, 26 de noviembre de 2012
Lo que se ve. Tiempo
Quizás lo más importante de internet,
del grupo de amigos y de amigas que se relacionan por internet, sea
el tiempo que consciente y voluntariamente se regalan. No me refiero
al tiempo que se pueda perder en internet, sino a ese otro tiempo,
ese que es, en el fondo, la propia vida, que se emplea en estar con
el otro, en interesarse por cómo está, en distraerlo, en intentar
concienciarle, en consolarlo, en provocarle alguna sonrisa. A veces
estas personas nunca se han visto, nunca se han dado un beso ni un
abrazo, no conocen el tono de sus voces ni el color real de sus ojos.
Es posible que se idealicen y que se inventen una imagen del otro
algo irreal, pero lo cierto es que dan de sí lo mejor que tienen,
que el regalo que hacen de su tiempo y de su vida es desinteresado y
que, aunque no siempre se lo digan, se quieren.
No todas las violencias son iguales
Cuando un científico quiere saber lo
que ocurre con un fenómeno, lo primero que hace es identificarlo
bien, diferenciándolo de todo aquello con lo que pudiera
confundirse. Después, intenta analizarlo, es decir, separar
los elementos que lo integran, para ver así la influencia que, cada
uno de ellos y las relaciones que establecen entre sí, tienen en el
fenómeno. Luego, una vez vista la estructura que tiene aquello que
se estudia, se trata de averiguar sus causas, las razones que
explican por qué aparece ese fenómeno. Por fin, el conocimiento se
centra en ver las consecuencias que tal fenómeno pueda tener
en el contexto en el que se da. Seguir fielmente este proceso es
intentar conocer bien la realidad.
Insisto en la importancia que en el
conocimiento tiene el análisis de la realidad, la identificación
clara de aquello que se estudia y de los elementos de todo tipo que
lo constituyen. Lo contrario, esto es, no profundizar en lo que
verdaderamente es algo y, aún peor, meterlo en un mismo saco con
fenómenos aparentemente similares, pero que en el fondo no tienen
nada que ver con él, es la mejor manera de no enterarse de nada y de
cometer errores de consecuencias imprevisibles.
Digo esto porque he leído últimamente
comentarios bastante cargados de emotividad, pero ausentes de
razonamiento, que defienden que no se hable de violencia de género y
sí, en cambio, que se generalice la situación considerando un cajón
de sastre en el que entren todas las violencias.
Esto es justamente lo que quieren los
machistas: que los ciudadanos no se enteren de cómo funciona la
violencia de género -el machismo, si se quiere- para que así, sin
saber nada, sin enterarse de en dónde están metidas, las víctimas
sigan siendo víctimas y los maltratadores sigan siendo
maltratadores. Supongo que a nadie le gustaría que los médicos
tratasen igual todas las toses, todos los dolores o todas las
enfermedades de los ojos, por ejemplo. Sin embargo, parece que hay
quien no tiene inconveniente, no sólo en hablar de “la”
violencia, sino en impedir que se analice cada uno de sus tipos.
Me parece que esta actitud
generalizadora, simplificadora, es de un peligro extremo, porque
supone una predisposición a no enterarse realmente de nada de lo que
ocurre. Creer que la violencia de género -que es únicamente la que
ejercen los hombres sobre las mujeres, en virtud de su interés en
creer que son superiores a ellas- es lo mismo que la violencia que
esporádicamente pueda ejercer una mujer contra un hombre es no
enterarse de nada de lo que pasa, no entender lo que mueve a los
machistas a practicar la violencia de género y exponerse a ser
víctima del machismo que impregna lamentablemente tantas mentes y
tantas estructuras sociales.
Deberíamos cuidar bastante la manera
que tenemos de acercarnos a conocer la realidad. Estamos sometidos a
un gobierno muy ideologizado, muy poco culto y con muy poco
conocimiento de lo que pueda ser un humanismo, que lo que pretende es
que los ciudadanos no sepan nada de nada, para así poder manejarlos
mejor y que traguen sus mentiras, sus engaños y sus atentados. Lo
quiere porque lo que busca es cambiar el tipo de sociedad en la que
vivimos, reformar sus estructuras y hacerlas más favorables para sus
intereses económicos, que es lo que en el fondo le preocupa. Y para
evitar las críticas, para adormecer las conciencias y para
neutralizar cualquier posible protesta, pretende que no pensemos, que
no nos enteremos de lo que ocurre y que sigamos adelante como
obedientes súbditos que no ofrecen resistencia a sus manejos.
Y estos gobernantes que nos han tocado
en desgracia son, entre otras cosas, machistas, como han demostrado
en tantas ocasiones. También son intoletantes, homófobos,
intransigentes, retrógrados y muchas cosas más. Y por eso quitan
todos estos temas de las asignaturas con las que los jóvenes podrían
tomar conciencia de la situación en la que están y de las
libertades que les quitan.
Hacerles el juego renunciando a conocer
de verdad lo que pasa me parece realmente suicida.
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