Hay una belleza efímera, que generalmente afecta a aspectos físicos y que se desvanece pronto, en cuanto la persona empieza a desenvolverse y a sonreír sin saber hacerlo.
Hay otra belleza que también tiene su componente físico, pero que anida en lo profundo de la persona, que parece utilizar lo físico para mostrarse, para vitalizar la materia, para dar brillo a las formas, para crear la gracia en el desierto, para que por fin florezca la rosa, para que llueva en la sequía, para que lo imposible sea real, para que sea creíble el milagro, para que lo importante sea el detalle, para que levites sin miedo, para que nazca el deseo, para que el sentido se haga fuerte, para que nada importe nada ya, para que la memoria caiga derrotada, para que la luz parta en dos la oscuridad.
Esta belleza te puede.