Don José no ve bien. Realmente ve muy poco. Lleva unas gafas de las de culillo de vaso y, como herramienta de trabajo, porta una lupa con la que va leyendo el periódico y va poniéndose al tanto de lo que pasa en la ciudad y en el mundo. Posee nuestro amigo una memoria prodigiosa que le permite contar anécdotas de las que no se acuerda ya nadie.
Yo a usted lo he visto varias veces por aquí.
Hombre, ¿tú eres hijo de Manolo Casal?
Hay que ver lo bien que escribía tu padre. Lo que escribía tu padre no se lo leía ni el comandante.
Lo que escribía tu padre no se atrevía a levantarlo nadie.
La charla duró poco tiempo porque, del brazo de su hijo, iba camino de su casa a dar cuenta del almuerzo correspondiente. Nos despedimos alegrándonos de habernos visto y deseándonos lo mejor.