Me recibió con una sonrisa. Se esforzó
en hacerme agradable el tiempo que estuvimos juntos, sin hablar de
cosas opinables, sin emitir juicios personales ni descalificar a
nadie. Me trató con respeto, pero también con delicadeza y con
atención. Me despidió dándome un suave golpe en la espalda y
deseándome un buen viaje. Parecía un taxista bueno y una buena
persona.
Buenas noches.
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