Hay que vivir intensamente con los pies
en la Tierra, pero, aunque uno no tenga la menor esperanza en que las
cosas vayan a mejorar, no hay que dejar de soñar con un mundo mejor.
Cada día debe ser un intento por construir ese mundo más humano,
más vivible. Ni la realidad ni la débil esperanza deben interferir
en nuestros sueños. Quizá esto sea una contradicción, pero, aún
así, creo que deberíamos ir contra la realidad y contra la escasa
esperanza.
Buenas noches.
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