Para sentir la soledad,
para replantearme el sentido de la existencia,
para darme cuenta de lo que significa cada momento de la vida, para saber quién está pendiente de mí y quién no,
para conocer mejor al ser humano,
para aprender a ser generoso,
para pensármelo mil veces antes de juzgar,
para intentar comprender el futuro,
para ver las distintas formas de querer a una persona,
para entender el poder siempre excesivo de la tradición,
para descubrir cuánto vale una palabra de aliento,
para conocerme mejor a mí mismo,
me sirve quedarme solo, humilde y atentamente, con mi nonagenaria madre durante una semana, tiempo que, según se mire, es también un siglo.
Buenas noches.
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