Ha ganado el presente. Han ganado lo
inmediato, lo eficaz, lo placentero, lo fácil, lo apetecible, lo
mediático, lo ruidoso, lo precocinado, lo novedoso, lo que hacen
todos, la moda, lo aparente, lo veloz, lo que nos aísla, lo que nos
anestesia, lo que nos deshumaniza.
Ha perdido lo que siempre fue valioso.
Los clásicos han sido confundidos con los viejos y nos hemos quedado
sin raíces. Las ideas que daban sosiego e impulsaban las mentes han
quedado en la cuneta para que no le estalle la cabeza a nadie. El
silencio, que hacía crecer en humanidad, se ha vuelto insoportable.
La calma, que producía madurez, ha sido trocada en suicida
velocidad. Todo lo que potenciaba la personalidad ha sido sustituido
por vulgaridades, sin que se sepa que lo son. Ya no hay críticas,
sino fanatismos varios.
Ha perdido también el futuro, que
siempre fue incierto, pero que ahora va apareciendo como imposible.
Es tiempo de refugios.
Buenas noches.
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