Cada beso que te envío, cada abrazo
que te mando no son más que el envoltorio de un mensaje generoso. Lo
que quiero decirte es que me encuentro cerca de ti, a tu lado, en la
sombra, por si alguna vez necesitas algo que yo te pueda dar.
Cada beso y cada abrazo tienen también
otro mensaje, menos cargado de generosidad, pero con mucho realismo y
creo que con mucha humanidad. Espero que el día que yo necesite algo
de ti, pueda encontrarte también aquí, a mi lado, en mi sombra.
Te quiero y quiero que me quieras. Ese
es el mensaje completo. Pero hay que entender bien esto. No te quiero
para que me quieras. No quiero que me quieras porque yo te he
querido. No se trata de corresponder. La vida no es un negocio. Creo
que la vida es un conjunto de relaciones mucho más nobles que las de
los negocios. La vida, la vida buena, me parece que consiste en
querer a fondo perdido. Te quiero y punto, aunque tú no me quieras.
Me quieres y punto, aunque yo no te quiera. El trueque, el interés,
el te doy para que me des son ajenos a la vida buena. Ya sé que eso
es lo que se ve por la ventana, pero de eso yo no tengo la culpa.
El cariño que te invito a dar en el
umbral del sueño es fruto de un amor noble, sencillo y
desinteresado. Acuérdate de la gente que quieras y mándale tus
mejores deseos. Ahí no esperas nada a cambio. Sólo das. Por eso, si
lo haces, lograrás estar a gusto. Suerte. Buenas noches.
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