Conozco a personas cristianas que son muy generosas y que dan su vida a quien la necesita e, incluso, a quien no la necesita, pero de manera gratuita. Son personas abiertas, tolerantes, cercanas y profundamente admirables por su humanidad.
Y conozco también a otras personas, que igualmente se dicen cristianas, pero que no dan gratis ni los buenos días. No sé si se habrán acostumbrado a dar para recibir a cambio la vida eterna y proyectan eso en cualquier circunstancia o es que les gusta la liturgia y andan de misas y de encuentros y así se sienten curados de su debilidad humana. No he encontrado entre estos ninguno de quien pueda decirse que es abierto o tolerante ni que pueda ser considerado admirable por ninguna virtud. No tienen ningún mensaje positivo que transmitir y más bien son un obstáculo para desarrollar una vida sana y en libertad.
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