Alegría. Sobre todo había alegría esta tarde en la manifestación del Orgullo de gays, lesbianas, transexuales y bisexuales de Madrid. Era una alegría sana, contagiosa, se podría decir que universal. Y la alegría es bella. Las calles estaban llenas de gente y estaban de fiesta porque hoy se mascaba la libertad y la belleza. No se trataba sólo de pensar, opinar y decir lo que cada cual quería. Era que cada uno se vestía o se desvestía como quería y todos estaban contentos. Era que cada uno le daba la mano o abrazaba o se colgaba de quien quería y no pasaba nada. Era que cada uno le mostraba su cariño a quien le daba la gana y no pasaba nada. Y esa libertad hacía que brillara la belleza. Salía belleza de los cuerpos, de la música, del colorido, de la fiesta. La libertad de esta tarde, tan bella, era una libertad justa, porque a través de ella se gozaba de la igualdad. La libertad es buena y bella, pero sin igualdad no es justa. Y hoy todos éramos iguales. Daba igual el sexo, la edad, la procedencia o los gustos personales. Hoy no había armarios porque todos estábamos en la calle. Y no pasaba nada. Había hasta cristianos homosexuales, pero faltaban los otros. No se vio por allí a los intolerantes, a los homófobos, a los que se creen absurdamente poseídos de una verdad extraña y mala. Si hubiesen estado allí con la mente limpia de prejuicios, hubieran gozado también. Saludé con cariño a Pedro Zerolo. Le di una sonrisa a tod@ el/la que pude. Me pasé seis horas mirando, gozando y haciendo fotos. Volví a casa con la pena de saber que mañana habrá menos alegría, menos libertad, menos belleza y menos justicia, porque no nos dejarán ser iguales. Habría que estar muy alerta para no olvidar quiénes son los que no nos dejan vivir el orgullo de la igualdad.
Precioso post, rebosante de alegría.
ResponderEliminarOjalá todos los días fueran tan alegres como ese.
Un beso y mucha alegría.