Para hacer algo en el mundo contamos, en primer lugar, con la sensibilidad. Con ella obtenemos información de lo que pasa en la realidad exterior y también en la interior. Por ejemplo, con la sensibilidad yo veo en el bar un imponente plato de ensaladilla rusa y siento en mí un enorme deseo de dar cuenta de él. Sobre la sensibilidad puede actuar la voluntad, que es la que decide lo que se va a hacer, desde no hacer nada a comerte toda la ensaladilla porque te apetece. Y está también la razón, cuya misión es explicarle a la voluntad las circunstancias que rodean tu acción, las consecuencias para ti y para los demás y todos los elementos previos y posteriores que pueden intervenir en la elección que va a hacer tu voluntad.
Mi pregunta es muy general, pero creo que, a pesar de eso, puede ser contestada. En el mundo actual, ¿a qué le solemos dar más importancia a la hora de actuar, a la sensibilidad, a la voluntad o a la razón?
Manuel, tu pregunta es muy general pero es, a la vez, difícil dar con una solución acertada. Supongo que depende bastante de las personas, aunque creo que hay una tendencia generalizada a promover el "uso" de la voluntad. Uno hace algo porque quiere, y a veces no es capaz de prever las consecuencias de esa elección que, en la mayoría de los casos es muy precipitada. Sobre otras personas actúa la razón como una válvula a través de la cual deben filtrarse todos los sentimientos y es la razón la que tiene el peso final en su modo de actuar. Aunque tengo la sensación que estas personas son las menos abundantes.
ResponderEliminarPor mi parte, yo tiendo a dar más importancia a la sensibilidad.
No sé cuál debería ser la "forma correcta" de actuar, si dando más importancia a una o a otra. Creo que la clave está en conseguir un equilibrio.