Ahora, tanto la Biblia como la
televisión han perdido fuerza como criterio de aceptación y su
lugar lo ha ocupado internet, especialmente las redes sociales.
Corren bulos enormes por todas ellas, pero la mayoría de los
internautas los aceptan, porque no sospechan que haya gente
interesada en deformar las conciencias de los usuarios y de sacar con
ello alguna ganancia a costa de los ingenuos usuarios. También aquí
se juega con la desinformación del ciudadano y con su buena
voluntad.
Saldremos de esta situación cuando
aprendamos a distinguir las fuentes fiables de las que no lo son y a
contrastar las informaciones, sin admitir, sin más, lo que a primera
vista resulta llamativo. Basta, a veces, con poner en un buscador el
tema del que se trate para comprobar si lo que nos aparece es
admisible o no.
Buenas noches.