En las relaciones humanas el poder está siempre presente.
Y en pareja lo ideal es que el poder esté repartido de forma simétrica y sin subordinación...y por supuesto sin coerción.
Es importante que cada persona mantenga el mayor grado de libertad posible así como que se produzca una resistencia a las relaciones sistemáticas de dominación/sumisión en las que un@ es activ@ y otr@ pasiv@ (sujeto/objeto).
En vez de poder, una relación debe desarrollarse transmitiendo tranquilidad, seguridad y afecto a través de la comunicación verbal y no verbal (la postura, el contacto visual, la sonrisa, el tono de voz).
Todos estos aspectos nos hablan mucho de cómo es esa relación con l@s otr@s.
Un ejemplo postural podría ser el denominado “manspreading” que alude a quienes invaden el espacio vital “despatarrándose” en un asiento y que es una situación clara de micromachismo, típica en algunos hombres (en cambio las mujeres están más educadas para contenerse y no estorbar)...
En definitiva, en las relaciones se trata de convencer, seducir y conquistar con la palabra y con los gestos; pero nunca tratando de invadir, someter ni dominar a nadie.