VERBO
FARI
Es
un verbo muy interesante, y con ese nombre tan extraño, ni se
sospecha lo familiar que resultan sus derivados. A partir del latín
fari (decir), griego φημί (femí,
decir), germánico bannan (hablar en público) y otras
muchas palabras de otras lenguas, se reconstruye la raíz bha,
una sonora aspirada que da f en una lenguas y b en
otras. (Perdón, perdón, es lo mínimo imprescindible de las
complicaciones fonéticas; es que de esta raíz van a venir fama
o fábula y también bando o banal).
Del
griego φημί tenemos derivados cultos en nuestra
lengua, como afasia, o blasfemia, de βλας
(mal) y φημί (hablar). El latín vulgar convierte
blasfemare en blastimare, de donde
lastimar y lástima. Qué bueno, lástima y
blasfemia son la misma palabra. También eufemismo, de
εὖ (eu, bien) y φημί (hablar). Con
vocalismo o el griego crea φὠνή (foné,
voz, sonido) y de esta palabra nacen montones de palabras en
castellano: fonética, fonema, teléfono,
afónico, cacofonía, sinfonía (y de esta,
zampoña) y estereofónico.
Del
verbo latino fari, que he tomado como título de
este artículo, nacen fama e infame, fábula y
fabular, que, al perder la f inicial en castellano (ya
vimos un día, que quizás es influencia del euskera), evolucionan a
habla y hablar, infante, el que no habla (en
principio niño, y después tomó el significado de hijo del rey),
infancia, infantil; afable (persona a la que se
puede hablar), inefable (lo que no se puede explicar con
palabras), facundo (elocuente), prefacio. De esta raíz
viene fantoche a través del francés. Y del italiano
fanciullo, diminutivo de fante,
proviene chulo. Del fatum latino (el hado, el
destino) vienen fatal y fatalidad, hado y hada,
y enfadar (entregarse a la fatalidad). Y nefando
(lo que no se puede decir; siempre se aludió al "vicio
nefando", que no soportan ni que sea citado. Alguien opina que
el odio a la "Educación para la Ciudadanía" era por una
sola página, la del vicio nefando. ¿Divorcio? Bueno. ¿Aborto?
Bueno. ¿Vicio nefando? Nunca, a mis niños ni se les cita eso en
clase).
En
latín se crea otro verbo de esta raíz, fateo
(reconocer, admitir públicamente), del que vienen confesar y
confesor, profesar y profesor, una gran
profesión.
Y
a partir del germánico bannan (hablar en público)
entran en nuestra lengua bando (el del alcalde, no los lados
de un conflicto, que ese es de otra raíz), contrabando,
baldón, abandonar (dejar en poder de alguien) y banal
(común a una población). Y a través del italiano nos llega
bandido.
A
mí me fascina lo que puede dar de sí esta raíz.