domingo, 5 de junio de 2022

Envejecer




No hay que envejecer. 

Puede que el cuerpo te falle. De hecho, desde los treinta y cuatro años el cuerpo va a peor, pero eso no es envejecer, es una característica de la vida. Envejecer es otra cosa. 

Es abandonarse y no seguir aprendiendo, sobre todo, a vivir. 

Es encerrarse en las propias ideas, incluyendo los prejuicios, lo fácil, lo que has defendido por tradición, aunque sean auténticos desvaríos. 

Envejecer es darle la espalda al mundo de la calle, renunciar a su conocimiento para poder criticarlo, pero con argumentos racionales llenos de tolerancia. 

Es renunciar a la búsqueda constante de la belleza, la alegría y la bondad en lo que se vive en cada momento. 

Es seguir queriendo tener siempre la razón. 

Es no preguntar, sino afirmar siempre, pontificando y mostrándose en posesión de la única postura admisible. 

Es no buscar. 

Es encerrarse. 

Es empecinarse. 

Es cerrar el ángulo de la mirada. 

Es perder la sonrisa. 

Es caer en el individualismo, en el egoísmo. 

Envejecer es no darle importancia a las normas, a las leyes, gracias a las cuales podemos vivir en sociedad. 

Es no escuchar. 

Es no tener en cuenta al diferente. 

Es ir por la vida juzgando, en lugar de comprendiendo. 

Es renunciar a seguir construyendo la propia vida teniendo en cuenta las circunstancias de la situación en la que se vive. 

Y es olvidarse de que se puede envejecer a cualquier edad.

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