La derecha extrema sigue empeñada en oponer la libertad a todo lo que se le mueva enfrente, sea socialismo, comunismo o cualquiera que le estorbe. Pero tenemos que preguntarnos de nuevo, libertad ¿para qué?
¿Para que solo los ricos puedan elegir una medicina privada que los pobres no podrán pagar?
¿Para que solo los ricos puedan elegir un colegio de pago en donde no haya extranjeros ni emigrantes ni alumnos de otro sexo, para que sus hijos salgan de allí xenófobos, racistas y machistas y sin saber nada del mundo real en el que estamos?
¿Para que un enfermo terminal no pueda elegir tener una muerte digna?
¿Para que solo los ricos puedan elegir viviendas dignas?
¿Para que los bancos no cobren comisiones a los ricos, pero sí a los pobres?
¿Para poder mentir a gusto y sin que nadie les diga que mienten en casi todo lo que dicen?
¿Para prescindir de la ética y de toda racionalidad, y que cualquier medio valga para conseguir el fin, esto es, el dinero?
¿Para alcanzar el poder como sea y poder hacer leyes que favorezcan los intereses propios?
¿Para sumir a los ciudadanos en la ignorancia y que no se den cuenta ni sepan criticar vuestros manejos?
¿Para poder acusar a los adversarios de vuestros errores y aparecer como falsos inocentes, incluso como víctimas, cuando en realidad sois los culpables?
Eso, señores de la derecha extrema, es lo que queréis que creamos que es libertad, pero no es libertad. Son vuestros intereses privados, que queréis blanquear intentando que creamos que es libertad. Como siempre, mentís a todo el que se deja.
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