24 de marzo de 2015
Puedes ser uno más. Puedes adocenarte, hacerte del montón, vivir como todos, perder tu yo. Pero si decides ser crítico, no tragar con cualquier cosa y ser tú mismo, entonces estás condenado a la soledad, a la soledad en compañía, pero a esa soledad íntima, sin remedio, incurable, imprescindible. Una soledad que te permite reír, gozar, angustiarte, llorar y disfrutar siendo, a la vez, consciente de que estás solo.
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