Domingo por la mañana. Una vecina ha
puesto la televisión para escuchar la retransmisión de la misa. Me
ha recordado a mi madre. Mientras pudo, entre sus rutinas estaba la
de ir a misa los sábados o los domingos. Cuando el cuerpo ya no le
respondía, se contentaba con la misa televisada. Se ha notado pronto
que empezaba la misa por la escasa calidad de los cánticos que se
oían. Se me ha ido la mente a otros tiempos y me han aparecido la
Misa en si menor, de Bach, la Misa de la Coronación,
de Mozart, o la Misa de Requiem, de Verdi. ¡Cómo ha bajado
el listón cultural! Esto de hoy parece una simpleza hueca, que
estéticamente no emociona, aunque cualquiera sabe los efectos
religiosos que produce. Me parece que la máquina de producir vacíos
es una de las que mejor funciona en este mundo.
Buenas noches.
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