Hay personas que con su sabiduría y
con su generosidad son capaces de ayudarte a entender la vida y a
vivirla mejor. Te dan tranquilidad y sosiego. Te dan aquello de lo
que tú careces. Suelen hacerlo con naturalidad, sin pedir nada a
cambio, con cariño, procurando tu bien, como si todo fuera una
expresión más de normalidad.
En mi caso son personas a las que
quiero. Querer a una persona es ayudarle a que consiga lo que ella
pretende en la vida, lo que necesita, lo que desea, lo que ella
aspira a ser. A estas personas, amigos y amigas, que me quieren yo
les digo que les quiero, pero también quiero darle las gracias con
mucha fuerza.
Una gracia es un regalo, un don, algo
que alguien nos da porque lo hemos pedido o porque ve que lo
necesitamos. Que te ayuden a vivir es un regalo enorme, una gracia
infinita. Darle a alguien las gracias no es más que reconocer que lo
que hace contigo, sea servirte un café o transmitirte tranquilidad,
es, en el fondo, un regalo, como es un regalo vivir o que alguien te
quiera. Darle a alguien las gracias es desear que la vida le premie
también con la felicidad que te da con su regalo.
Vivir la vida como un permanente
regalo, como una gracia constante, y dar las gracias por cualquier
cosa, pequeña o grande, que recibimos me parece que es lo más
propio de un estilo humano.
Gracias. Muchas gracias.
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