Mi yo hizo lo que mi yo no quería.
Mi
yo me traicionó con un arrebato de osadía, poniéndose en contra de
mis deseos más vivos.
Mi yo se alegraba y se burlaba de mi tristeza
mientras se entristecía por la victoria de mi alegría.
Mi yo
recobraba la esperanza, a la vez que desistía de cualquier confianza
en un futuro posible.
Mi yo ofrecía la cara que no quería que se
viera, al mismo tiempo que ocultaba el gesto que quería con fuerza
mostrar.
Mi yo era mi yo sin serlo y, sin embargo, mi yo no era mi
yo, aunque lo fuera.
Al final, por fortuna, mi yo terminó siendo mi
yo y la guerra de mi yo contra mi yo terminó siendo la victoria de
mi yo sobre sí mismo.
Buenas noches.
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