Tengo un desagradabilísimo olor a
mediocridad metido en la mente. Miro por la ventana y veo la cosa
política hecha un desastre.
Que la izquierda luche contra la derecha
me parece muy importante, pero sólo veo batallitas internas mientras
la gente sufre por ahí fuera.
Veo una víctima débil, necesitada de
apoyos fuertes y robustos, mucho más importantes que los de la lucha
de partidos. Es la democracia, tan frecuentemente atropellada casi
por cualquiera.
No veo argumentos claros, ni racionalidad sana, ni reflexión
que enamore, ni estrategia útil, ni grandeza humana, ni espíritu
constructivo, ni visión de Estado. Sólo veo intereses, rencillas,
despistes, empujones, contradicciones, negocios, egos, mediocridades.
El pueblo, abandonado. El poder, vendido. La oposición, despistada.
Los salvadores, metidos en la Thermomix sin que tengan clara la
receta. Este jodido invierno me huele muy mal a mediocridad.
Buenas tardes.
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