La propuesta para hoy era analizar la
norma
“Votar es
obligatorio”.
¿Es una norma jurídica? Aunque hay
algunos países en los que existe la obligación legal de votar,
como, por ejemplo, en Bélgica o en Grecia, en el resto se considera
que votar es un derecho, no una obligación legal. Incluso en
esos países se detecta una cierta relajación de esa obligación. En
España, por tanto, no es obligatorio votar.
¿Es una norma moral?
La primera condición es que nosotros
mismos nos sintamos obligados a votar. Creo que esto depende de lo
que entendamos por ser ciudadano. Si ser ciudadano es sentirse
parte activa de la sociedad, esto es, participar en la vida y en las
decisiones que afecten al conjunto de ciudadanos, a través de los
partidos, los sindicatos, los diversos órganos de participación y
de las elecciones, entonces podemos considerar que nuestro deber es
votar como un acto más de participación y de ejercicio de la
democracia. Si, por el contrario, entendemos que nos basta con
soportar lo que decidan otros, que la sociedad no es cosa nuestra y
que no debemos meternos en cuestiones políticas, entonces no
sentiremos esa obligación, pero porque tampoco nos sentiremos
ciudadanos.
¿Sería bueno que votaran todos los
ciudadanos? ¿Sería una norma universalizable? Parece que lo que
importa en una democracia es que se tenga en cuenta el parecer de
todos. Ya sabemos que tanto las dictaduras como las abstenciones
pueden traer consigo la formación de mayorías absolutas de posibles
consecuencias muy perniciosas. Parece, entonces, que todos deberíamos
votar para poder construir una vida democrática y por el bien de
todos los ciudadanos.
¿Es un acto incondicional? Este
aspecto no es del todo sencillo de ver. Hay que comprender, para
ello, que lo democrático es que en una votación nos decidamos por
la opción que creemos que es la mejor para todos, no la que se
ajusta más a nuestros propios intereses. La democracia no es un
medio que podamos utilizar para beneficiarnos nosotros, sino para que
resulte la opción más justa para todos o, al menos, para la
mayoría. Esta utilización de la democracia para el provecho propio
es una práctica antisocial que se debe evitar en una democracia
sana. Un ciudadano cabal debe buscar siempre el bien común y no
utilizar las instituciones en su propio beneficio. Entendida así la
democracia y las votaciones, sin duda que éstas son actos
incondicionales, que se realizan porque se entiende que son buenos,
no para aprovecharse de ellas.
Queda puesto de manifiesto que en las
condiciones que hemos expuesto, la acción de votar puede ser la
consecuencia de una norma moral, y así lo han entendido
muchos pensadores y políticos a lo largo de la historia, aunque hoy
estas cuestiones difícilmente se planteen entre nosotros.
Para la próxima ocasión, te propongo
que analices esta norma:
“Los caballeros deben
quitarse el sombrero o la gorra cuando entren en un lugar que esté
bajo techo”
Si no estás de acuerdo con algunas de
las ideas expuestas aquí, me gustaría mucho que lo expresaras.
Gracias.
Yo no estoy de acuerdo.
ResponderEliminarHay un aparente dilema en el párrafo "La primera condición..."
Se dice "Si ser ciudadano es sentirse parte activa... a través de partidos..."
"Si por el contrario nos basta con soportar lo que digan otros..."
Pues yo no creo lo primero ni lo segundo. Yo me siento ciudadano, parte activa, etc. ¿Participar activamente es cada cuatro años meter un papelito en una urna? ¡Venga ya!
Yo no creo que este sistema sea el único posible ni el mejor de los posibles, más bien creo que es un montaje de las clases dirigentes para conseguir su predominio y sus objetivos con una apariencia de democracia.
Dijo Lincoln: "Democracia es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo" ¿Nuestro sistema engañoso, corrupto y tramposo es eso? La pseudodemocracia capitalista es una apariencia de legalidad con la real intención de perpetuar diferencias y acrecentarlas.
El capitalismo es el peor de los sistemas posibles porque, además de acrecentar alarmantemente las diferencias y el dolor de los desfavorecidos, conduce al medio ambiente, con su codicia ilimitada e imparable, a la destrucción de la especie humana.