Conecto y desconecto intermitentemente
la Cadena SER. Como cada vez soporto menos a una locutora que no deja
hablar a casi nadie, sobre todo, cuando alguien va a decir algo interesante,
a las diez de la mañana desconecto y pongo música. Ya hice lo mismo
con el del Larguero, que también interrumpe cuando le apetece. ¡Vaya
ejemplos que dan! En los informativos de Madrid había un señor que
no sabía hablar, ni puntuar, ni se le entendía, pero que debía de
ser barato. Ahora se dedica a hacer reportajes de más enjundia con
la misma escasa calidad. En cuanto sale, apago la radio. Ni lo
entiendo ni lo aguanto y el daño que está haciendo con su absurda
dicción es tremendo: se para en donde no hay ni comas y se salta los
puntos con una facilidad pasmosa.
Ahora se han decantado por los
despidos de profesionales valiosos, muchos de ellos en el área de
cultura. Si hay algo que está siendo maltratado y desvalorizado en
España, eso es la cultura. La mejor decisión para conseguir esto ha
sido poner al frente del correspondiente ministerio a un señor nada
relevante en este ámbito y que, al parecer, no tiene ningún
inconveniente en destrozar todo lo que afecte a su ministerio.
Lo de la SER duele, como dolió lo de
El País. Hay diarios en la red con menos predicamento, pero con más
credibilidad y algo de información fiable se puede sacar de ellos.
Lo malo es lo de la radio. Esperemos que lo bueno que le queda a la
SER le dure, pero con estas salidas se resentirá su calidad. Menos
mal que la Cadena no tiene pérdidas, que si no... Por cierto, el
jefe de toda esta casa es Juan Luis Cebrián ¿no? ¿Sabes cuánto
gana?
Buenas tardes.
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