El contexto en el que estamos limita
nuestra vida. Los límites de nuestro mundo los forman aquello que
podemos conocer. No podemos crecer como seres humanos si no nos
abrimos al conocimiento. Si yo me recluyo en mi habitación y cierro
las ventanas, mi mundo será el pobre mundo de mi habitación. Si
salgo de ella a la casa, mi mundo será el de la casa. Si abro mi
mente a todo lo que existe, mi mundo será amplio y rico y
seguramente más real que ese otro pequeño mundo en el que me siento
seguro, pero empapado de falsedad.
Ya Unamuno recalcaba la importancia de
leer y de viajar (“El fascismo se cura leyendo y el racismo se cura
viajando”), pero hoy quizás no sean esos solos los remedios para
que nuestro mundo sea grande. Creo que es suficiente con mantenerse
abierto, sin condenar de entrada lo que se ve, lo que se oye, lo que
te aparece en las redes sociales, lo que se vive de cualquier manera
que sea. La vida es demasiado grande y demasiado rica como para andar
defendiendo como los mejores, como los únicos, el terruño, el
paisaje o las ideas propias.
Me parece que la huida del riesgo y el
afán de seguridad que tanto se practica hoy no producen más que
estrechez mental. Es nuestro gran riesgo: ser unos pobres hombres
pobres.
Buenas noches.
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