Vivir no es meramente estar, sino
relacionarse con las personas y con todo lo que hay en el mundo.
Vivimos en la medida en que nos relacionamos y dependiendo de cómo sea
esa relación, así será nuestra vida.
Por esto no tiene sentido encaminar
todos los esfuerzos en encontrar la belleza del cuerpo y quedarse en
ella. Si la belleza nos sirve para hacer más viva la relación con el
mundo, bienvenida sea, pero la belleza por sí sola es absurda e
inútil para la vida.
La belleza de unos ojos puede que no
sirva para vivir; la belleza de una mirada, sí. La belleza de unos
labios puede que no sirva para vivir; la belleza de una sonrisa, sí.
La felicidad tiene poco que ver con la
belleza y sí con el estilo de relación que establezcamos. Es lo que
yo he llamado a veces la elegancia. Cuando la relación con el mundo,
y especialmente con las personas, tiene caracteres humanos,
constructivos, cariñosos, generosos, entonces aparece la elegancia y
con ella, seguro que la felicidad.
No somos nuestras medidas ni nuestro
cuerpo ni nuestro saber. Somos el estilo de vida que construimos con
todo eso.
Buenas noches.
Un placer ser un testigo de tu elegancia.
ResponderEliminarGracias.
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