Lo que menos me gusta de los tatuajes
es la sensación de monotonía, de poca creatividad, que dan. Toda la
vida con lo mismo ... Recuerdo que cuando yo tenía pocos años, había
mujeres -y algunos hombres- que le hacían la promesa a alguna virgen
o a algún santo de ir unos años -o toda la vida- con ropa del color
del hábito correspondiente. Los veías siempre de morado, o de
marrón, o de negro. Siempre igual. Hoy los santos han emigrado en su
mayoría, pero esa costumbre cansina, monótona, ingenua -por creerse
distintos porque llevan la piel tatuada- permanece. Quizá guste, pero yo no lo entiendo.
Buenas noches.
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