Tenemos que aprender a mirarnos el alma
en el espejo de vez en cuando. Eso se hace analizándose uno mismo
los pensamientos, los actos y los deseos o mirando lo bueno que hay
en los otros y comprobando si está o no también en nosotros.
Si no lo hacemos, no nos daremos cuenta
de lo que hacemos, de quiénes somos, de si estamos haciendo daño o
no, de si estamos cayendo en el ridículo, de si vamos creciendo como
seres humanos o estamos cayendo en esa bruta mediocridad siempre tan
presente y tan amenazante.
Buenas noches.
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