No existe la felicidad. La felicidad
mía implica la felicidad de los demás, la de todos. Yo no puedo ser feliz si no son felices las personas que quiero, incluso las que no conozco. Mi felicidad
sólo sería posible si existiera un mundo feliz en el que todos
fuéramos felices, pero ese mundo no existe. La felicidad, como felicidad
absoluta, no existe. Sólo cabe la posibilidad de una cierta
felicidad relativa, una pequeña felicidad que hace que nos sintamos
más o menos bien cuando las personas de nuestro mundo cercano están
a gusto y son discretamente felices. En cuanto saltamos los límites
de ese pequeño mundo y observamos lo que ocurre en la realidad, esa
pequeña felicidad se debilita y se empobrece. Y si renunciamos a
salir de nuestro propio entorno y decidimos no mirar lo que hay en el
mundo, entonces la felicidad se hace imposible. Lo que aparece así es todo falso. Es absurdo buscar la
felicidad individualmente, como si no existiera en el mundo nadie más
que uno. Eso nos lleva, tarde o temprano, al mayor de los fracasos. El camino de la
felicidad posible empieza cuando los otros son más importantes que
uno mismo. Buenas noches.
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