Él dijo:
“Iba caminando por la arena de la
playa y encontré una piedrecita preciosa. El tiempo y el mar habían
esculpido en ella un corazón y la habían convertido en una
piececita delicada, una especie de trofeo simbólico que me hizo
recordar que de vez en cuando la vida deja de ser un duro y gris
viaje hacia la nada”.
Le dijeron:
“Pues para piedras, la que yo me
encontré. Era bien grande, también en forma de corazón. Todavía
la uso como pisapapeles”.
“Yo, como paseo mucho por la playa,
me he encontrado ya un montón de piedras curiosas”.
“La playa está llena de piedras con
todas las formas y de todos los colores”.
“Eso ocurre con mucha frecuencia”.
“Conozco un sitio en donde venden
piedras de esas. Incluso hacen figuras pegándolas entre sí”.
“Bueno, al fin y al cabo, no es más
que una piedra que no tiene valor”.
“Yo en la playa no miro para el
suelo”.
Él recordó con emoción su piedrecita
y calló. Buenas noches.
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