Vio Dios que aquí cada cual iba a lo
suyo y que esto se parecía cada vez más a una selva llena de fieras
y de gente empobrecida, y no se le ocurrió otra cosa que mandarnos
unas plagas, a ver si el personal despertaba y se decidía a hacer
las cosas mejor.
Como esta vez no tenía a mano
langostas ni langostinos, optó por enviar una crisis a lo grande,
para remover todas las estructuras y generar un paro, no sólo
laboral, sino también mental, entre la población como nunca se
había visto. Por si el castigo fuera poco, pobló Europa de unos
especímenes bastante brutos y muy dados al coleccionismo de dinero,
a los que llamaban neoliberales. En España se agrupaban bajo las
siglas del PP y, gracias a los votos de los que tenían mucho que
defender y a la abstención ingenua de otros, se encaramaron al
poder. Lo arrasaron todo y pusieron al país de la manera que mejor
iba a sus intereses. Para redondear la faena, mandó Dios una plaga
de lluvias y vientos, a la que llamaron ciclogénesis explosivas, que
dejó el paisaje echado a perder y la moral de los ciudadanos
disuelta en agua y por los suelos.
Lo peor de todo esto fue que los daños
que ocasionaron estas plagas los pagaron los de siempre, o sea, los
ciudadanos menos favorecidos, los que menos responsabilidad tenían
en toda esta situación. No sé si alguien aprendió alguna lección
de estos desgraciados sucesos. Buenas tardes.
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