La belleza aparece en tu vida cuando
quiere, ajena a la necesidad que puedas sentir de ella. Es potente y
pertinaz para arrastrarnos, para secuestrarnos la voluntad y el
contenido de nuestros pensamientos, pero es efímera como ella sola.
Te reconforta, te hace amigo de la vida, te alegra la existencia
mientras está presente, expulsa hacia el olvido toda la negatividad
que llevas almacenada y que vas arrastrando por la existencia y puede
que llegue hasta a instalarse en tu mente como una obsesión. En cualquiera de las variadas formas
que tiene de manifestarse, es la aliada más perfecta del placer
En realidad, la belleza no existe. Sólo
existen personas, cosas, situaciones o ideas que a unos les parecen
bellas y a otros, no. Pero, para no existir, tiene un poderío
temible y, a la vez, deseado.
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