Algunas fuentes dicen que la costumbre china de vendar los pies de las mujeres para hacerlos más pequeños se inició en el siglo VII, con la dinastía Tang, y que duró hasta principios del siglo XX. Aunque esta barbaridad fue abolida en 1911, es frecuente que cualquier tradición perdure más allá de la ley que la prohíbe, por lo que se han encontrado casos ocurridos aún hacia 1950.
Parece que inicialmente fueron las bailarinas de palacio las que, para realzar sus movimientos, se vendaban los pies, pero, de hecho, semejante tratamiento lo que hacía era dificultar el paso de las mujeres. La costumbre pervivió por razones estéticas, eróticas y porque se adaptaba a la imagen que de la mujer defendía Confucio: un ser destinado a la maternidad, a la vida doméstica y al trabajo manual.
El proceso de empequeñecimiento de los pies comenzaba cuando la niña tenía 4 o 5 años. La madre le sumergía los pies en una mezcla de hierbas con sangre de animales, le cortaba las uñas y le rompía los 4 dedos más pequeños de cada pie. Estos 4 dedos se disponían apuntando hacia el talón y los pies se vendaban fuertemente, renovando el vendaje cada día. Durante 2 años, la niña sufría dolores enormes, hasta que se conseguía anular los nervios de los pies, pero logrando a cambio que éstos tuvieran una longitud de unos 10 cm. El ideal era que tuvieran 7 cm. y que fueran delgados, puntiagudos, arqueados, suaves y simétricos.
¿Por qué se consideraban bellos unos pies así? Se conocen algunas creencias populares para justificar esta agresión al cuerpo de la mujer. Así, se decía que la forma de andar derivada de unos pies semejantes fortalecía los músculos vaginales, que para poder mantener el equilibrio, los glúteos se hipertrofiaban, con lo que se conseguía un trasero mayor y más respingón, lo cual resultaba mucho más erótico. Por otra parte, tener que andar a pasitos muy cortos hacía más difícil que la mujer china se escapara de casa. Además, unos pies deformados de esta manera se acercaban más a la belleza de una media luna.
Las consecuencias para las mujeres eran tremendas. Ciertamente no sentían dolor en los pies, pero la anormalidad en el andar hacía que fuera muy grande la posibilidad de padecer luxaciones de tobillo. Además, padecían dolores de espalda y desviaciones y deformaciones de la columna.
Después de ver las fotografías siguientes, puedes pensar en la razón última por la que hay mujeres que se ven obligadas a usar tacones altos, o que tienen que maquillarse, o depilarse, o que deben estar delgadas. El cuerpo de la mujer ¿tiene dueño o dueña?
Si quieres más información, puedes leer el libro El abanico de seda, de Lisa See, ed. Salamandra, colección Quinteto.
Manuel Casal
Madre mia!
ResponderEliminarMe quedo con el último párrafo y en particular con la última frase. Cuánta razón tienes.
Magnífico blog y buen artículo.
ResponderEliminarTan solo una pega la dinastía Tang, que mencionas al princípio de "Machismo 2: Los pies de las chinas", no pertenece al siglo VI va de los años 618 hasta 907.
P.D: Un antiguo alumno.
Gracias, antiguo alumno, por todo lo que dices. Tienes razón en las fechas. Lo hice demasiado deprisa y se me cayó un palito. Rápidamente lo subsano. Seas quien seas, un saludo cordial.
ResponderEliminarQue horror! pobres mujeres! El estigma de la represión nos persigue, ya sea en forma de zapatitos, corses o tacones.
ResponderEliminarLa mujer ha tenido que adaptarse simpre a lo que a esta sociedad androcentrista ha creido estético, llegando al punto de deformar su propio cuerpo para el deleite masculino y, aunque en distinto grado (menos mal!), eso sigue ahí.
Me ha gustado mucho tu blog. Mi profesora, Eva Lapiedra, me lo recomendó.
Me gustaría añadir este artículo en el mio (www.karismales.blogspot.com), si no te parece mal.
Un saludo y felicidades por tus artículos.
Muy interesante, Manuel.
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